jueves, 2 de abril de 2015

Días grises (one-shot SPAMANO)

Lovino no podía más con el sentimiento que tenía dentro, pero nunca lo admitiría. Nunca, nunca y nunca admitiría su amor hacia Antonio.
No sabía cuándo había empezado a sentirse atraído por ese bastardo español, sucedió sin que se diera cuenta. No sabía cuándo había dejado de molestarle ser abrazado por él. No sabía cuándo se había vuelto loco por ese bastardo amante de los tomates. Solo sabía que era una realidad y que debía afrontarla como pudiera...

Era una fría mañana de febrero como otra cualquiera. Lovino se había levantado de mala gana, esa noche no había dormido bien y estaba de un humor de perros, peor que de costumbre, y Feliciano fue el primero en notarlo cuando su hermano casi mata a Ludwig cuando este vino a recogerlo. Lovino odiaba con toda su alma a ese maldito alemán. A él y a sus patatas.
Solo quería que ese día pasase lo más rápido posible, pero la suerte parecía no estar de su parte. Antonio lo cogió del brazo y se lo llevó lejos de allí nada más cruzar miradas con él. Al principio el italiano se resistió y lo insultó, pero dejó de hacerlo al ver que el español estaba llorando. No lo entendía. Él nunca lloraba. ¿Por qué tenía que hacerlo justamente ahora?
Caminaron durante mucho tiempo hasta llegar al castillo de la ciudad, la zona más alta y alejada de todo. En cuanto pararon, Antonio soltó el brazo del menor, quien se dejó caer en la hierba de los jardines.
-Oye tú... Bastardo... ¿Qué... Te pasa?- preguntó Lovino jadeando.
Antonio tan solo se sentó a su lado y hundió la cabeza en sus propias rodillas.
-¿Se puede saber qué diablos te ocurre? ¡Tú no eres así!- pero, por segunda vez, no obtuvo respuesta- vale, si no quieres contarme tu problema, ¿por qué demonios me has arrastrado hasta aquí haciéndome perder clase?- otra vez solo le contestó el silencio- muy bien, me voy entonces- dijo finalmente levantándose e intentando irse, pero Antonio le agarró del brazo impidiéndoselo.
-No... No te vayas... Te lo ruego...- le pidió abrazándolo por la espalda.
-A-Antonio, cuéntame qué te pasa, por favor.
-Hoy... Hoy es un día muy especial para mí... Hoy es...
-Hoy es 12... Es tu cumpleaños... Yo... Lo siento, se me olvidó. Perdóname, soy un amigo horrible.
-N-No importa, después de todo, no es por eso que es un día especial. Verás, hoy hace diez años de la muerte de mi mejor amigo.
-¿Co-Cómo?
-Yo tenía un amigo... Se llamaba Manuel, era un año más pequeño que yo y siempre lo trataba como si fuera mi hermanito. Un día, el 12 de febrero de hace diez años, insistí en que Manuel viniese a verme porque era mi cumpleaños. Su familia estaba de viaje, pero decidieron cumplir mi deseo y... Tuvieron un accidente de coche. Un idiota se puso a hacer el imbécil en la carretera y se chocó con el coche de Manuel y sus padres. No hubo supervivientes- en ese momento, el abrazo del español comenzó a dolerle de verdad al italiano; la fuerza que el amante de los tomates ejercía sobre él era demasiado fuerte- si yo no hubiese sido tan egoísta él seguiría vivo...
-A-Antonio...
¿Qué podía decirle? Antonio le apretaba tan fuerte que no lograba pensar con claridad. Aquella historia le partía el corazón, y sentir las lágrimas de la persona a la que amaba en su cuello no ayudaba.
-Antonio... Suéltame...
El español no dijo nada, simplemente obedeció. Fue entonces cuando Lovino tomó en rostro del mayor con sus manos y le depositó un beso en los labios. Suave, corto, inexperto.
-De-Deja de culparte, bastardo. Estoy seguro de que tu amigo quería ir a verte también, así que no cargues con toda la culpa solo. Además, no creo que él quisiera verte triste, especialmente siendo tu cumpleaños.
-Lo-Lovi...
Antonio se secó las lágrimas y se abalanzó contra Lovino. Atrapó su cintura con sus brazos y juntó sus labios con los de su pequeño italiano. Los labios del menor parecían haber sido creados para que encajaran perfectamente con los del mayor, todo Lovino parecía haber sido creado para encajar con Antonio.
-A-Antonio...- suspiró el italiano cuando se separaron.
-Te amo, Lovi- dijo el español para unir de nuevo los labios con los de su amor.
Ese beso fue diferente. Antonio pegó el cuerpo de Lovino aún más al suyo y este rodeó su cuello con los brazos para sentirlo más cerca mientras respondía como podía al beso.
-No sabes cuánto tiempo llevo esperando esas palabras- dijo el italiano al hallar libres los labios.
-Lo sé, y te prometo que ahora las escucharás cada día. Te amo, Lovino Vargas.
-Y yo á ti, Antonio Fernández Carriendo... ¿Por qué tu nombre es tan largo?
El español soltó una risilla y, de nuevo, volvieron a besarse. Un beso corto y dulce, lleno de amor y ternura que finalizó en un abrazo entre ambos muchachos.
-Feliz cumpleaños, Antonio.

~~ DOS DÍAS DESPUÉS ~~

Lovino llegaba al instituto cuando unas manos taparon sus ojos.
-¿Quién soy?
-Deja de jugar, bastardo.
-Vaya, tan tsundere como siempre- dijo Antonio abrazándolo- ¿sabes qué día es hoy?
-Sí, jueves.
-Aparte, es 14.
-¿Y qué?
-¿Cómo que "y qué"? ¿No me has comprado nada?
-E-El amor no se tiene que mostrar a través de regalos.
-Eso es precioso... ¡Cómo te quiero, Lovi-love!
-¡No me llames así!
-Bueno, yo sí que te he comprado algo. dijo ignorando a su novio- aunque es bastante simple.
El español sacó un ramo de claveles de su mochila, sin embargo, antes de que pudiera decir nada, un ramo de rosas le fue estampado en la cara.
-Creía que no me habías comprado nada...
-Pe-Pensaba darte una sorpresa.
-No, si sorpresa ha sido jeje. Feliz San Valentín, Lovi.
-Fe-Feliz San Valentín, Antonio.

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