domingo, 1 de marzo de 2015

31 de octubre

Nota: sé que llevo bastante tiempo sin subir nada, pero os juro que estoy tan estresada que a penas logro sacar tiempo libre para ver un poco de anime y relajarme entre tantos trabajos, libros y exámenes. Pensaba subir algo en carnaval, pero me puse enferma y no pude salir de la cama. Os prometo que pronto subiré el capítulo 3 de Caramel, tan solo me falta rematar el final. Y bueno, Amor Inmortal y Otra Historia Exorcista van tirando, pero casi no les dedico tiempo por Caramel u otras historias que me surgen. Y ahora, os explicaré el por qué de esta pequeña historia que os presento hoy. Veréis, en mi instituto se va a celebrar un concurso literario de historia corta y poesía, y mi profesora de Literatura Universal me ha obligado ha participar en ambas disciplinas, cosa que me pone muy contenta, así que he decidido preparar varias historias para al final decantarme por una (la poesía no sé aún si la subiré aquí o no, como queráis). Esta es la primera historia, que es, básicamente, el final resumido de una novela que quiero escribir llamada 31 de Octubre y que está inspirada en dos canciones de SoRaRap (31 de Octubre y Cortes en mi corazón). En fin, espero que os guste.


Durante años la quise, durante años la amé y, cuando al fin la conseguí, me la arrebataron de la más horrible forma. Se convirtió en mi vida, en mi razón para vivir y seguir leyendo las páginas de mi historia. Le di todo mi corazón y lo perdí, me lo robaron junto a su sonrisa y lo partieron en mil pedazos frente a mí. Caí, caí y no puedo levantarme de nuevo porque ya no estás para tenderme tu mano, porque ya no tengo motivos para caminar hacia delante, para vivir. Disparar la bala, es lo único que deseo, pero mi cuerpo no responde y tira lejos la pistola para volver a llorar desconsoladamente tu ausencia.

¿Por qué? ¿Por qué mi cuerpo me impide matarme? ¿Qué es lo que impide nuestro reencuentro? No lo entiendo, simplemente no lo entiendo. Te amo y quiero volver a verte, volver a sentir tus caricias, tus besos, tus abrazos; pero mis manos no responden y se deshacen de las armas, mis pies retroceden en lugar de avanzar hacia el abismo, mi mente me dice que acabar con mi vida no es la solución, tus últimas palabras invaden mi alma: “no te olvides de vivir, no te olvides de mi amor”.

¿Cómo podré vivir sin ti? Tú te convertiste en mi razón para seguir adelante, ¿acaso si recuerdo tu amor podré seguir caminando? ¿De verdad lo pensabas? Te equivocaste… ¡Es justamente que no logro olvidarte la razón de mi sufrimiento! ¿O es que debo dejar de amarte e ignorar que exististe sin apartar el recuerdo de tu sentimiento? No podría hacer tal cosa, ¿cómo relegaría el amor de años? ¿Cómo abandonar el último año de mi vida en el cual mi pasión por fin fue correspondida? ¿Cómo no recordar cada instante las palabras de aquel día en el que el que el sol de la tarde nos guardó de los males y las mentiras de los malvados? ¿Cómo apartar ese 31 de octubre de mi cabeza, de mi corazón? Es imposible, simplemente imposible.

Sé que tú nunca creíste en imposibles y límites. Para ti, la vida era un mundo infinito; mas para mí no hay más que vallas que limitan mi visión y me prohíben salir del recinto con alambres de espino que se clavan en mi piel provocándome alaridos del más horrible de los dolores. Cada día recuerdo el último año. Todas tus sonrisas, todas tus caricias, todos tus besos, todos tus abrazos, todos tus enfados, todos tus “te amo”. A veces consigo sonreír al acordarme de todo aquello, pero entonces miro el calendario y veo el 31 de octubre marcado. El día que hicimos un año, el día en que me fuiste arrebatada y te llevaste mi corazón contigo. No puedo olvidarlo. No puedo olvidar el coche que llenó de sangre tu bella figura. No puedo olvidar mi grito de “cuidado”. No puedo olvidar el rostro divertido de aquel borracho que te separó de mi lado para siempre, No puedo olvidar a tu hermana gritándome en el hospital que todo era culpa mía por amarte. No puedo olvidar tu última sonrisa. No puedo olvidar tu gesto de angustia. No puedo olvidar el frío de las manos que antaño me dieron calor y cariño. No puedo olvidar mis lágrimas de impotencia. No puedo olvidar el pitido chirriante de la máquina a la que te tenían atada. No puedo olvidar tus ojos cerrándose. Nada de eso logra abandonar mis pensamientos y cada día la pena y la culpa crecen en mi interior acabando conmigo desde dentro provocándome un sufrimiento inmenso del que no puedo salir, una oscuridad en la que no brilla la más tenue luz por la que pueda escapar.

Y poco a poco me voy marchitando al darme cuenta de que volverás a mis brazos, al darme cuenta de que jamás volveré a sentir tu piel contra la mía. Ahora solo me queda cerrar los ojos y esperar a que Dios se apiade de mí y detenga los latidos de mi roto corazón. Pero entonces una luz brillante se posa en mi rostro y me obliga a abrir los ojos, que son cegados al sentir al reluciente sol mirándome a los ojos directamente. Me levanto y me dirijo a la ventana y entonces… Revivo. Revivo al ver los tonos naranjas que bañan el cielo y cómo la brillante estrella, oculta tras las esponjosas nubes, me sonríe y me abraza regalándome todo el calor que una vez fue tuyo.

Y entonces vuelvo a sentirlos, vuelvo a sentir tus brazos rodeando mi cuerpo y al fin lo entiendo todo. Rompo a llorar y, entre lágrimas, juro que no volveré a rendirme y que seguiré viviendo por ti, para que nuestro reencuentro no suceda hasta que mi corazón deje de latir motu propio, satisfecho por haber cumplido su promesa. De verdad te lo digo, ahora por fin entiendo tus últimas palabras, por fin veo ese mundo sin límites que tanto amabas, por fin sé por qué he seguido viviendo; y mis lágrimas son las que sellan la promesa, el juramento, y son transmisores mudos de mis sentimientos.

Definitivamente no me detendré de nuevo, no me dejaré encerrar otra vez; por ti, por mí, por mis lágrimas, por el sol… Por todo aquello que nunca me ha abandonado y que jamás se rindió para darme la esperanza que en estos momentos albergo en mi corazón gracias a ti, a mis lágrimas, al sol… Miro el calendario: 31 de octubre, ha pasado un año.