jueves, 14 de mayo de 2015

Parón indefinido

Buenos días/tardes/noches. No pensé cuando creé el blog que tendría que hacer un parón, pero me temo que debo hacerlo. Últimamente me está costando mucho actualizar las historias por falta de tiempo e inspiración y, aunque tengo algunos one-shots, he llegado a la conclusión de que lo mejor por el momento es dejar de publicar cosas, o al menos las historias largas. Tenemos que tener en cuenta que soy estudiante y este curso me he encontrado, no sé por qué, en un periodo de exámenes constante. A esto se le ha sumado Mahou, mi novela, la cual me quiero tomar en serio de verdad y poder escribir una saga o al menos una trilogía. Por ello, para poder centrarme en mis exámenes y sobre todo en mi novela, he decidido parar. Espero que después de verano (pues en verano no tengo wi-fi) pueda detener este parón y volver a publicar Caramel, Amor Inmortal, Otra Historia Exorcista y Los Caballeros De Gilbird. También espero tener para entonces alguna terminada y poder deslumbraros tal vez con historias como S Academy (Hetalia) o La Runa De La Bruja (Cazadores de Sombras) y one-shots como El Desfile De Moda (Saint Seiya) o ¡Bienvenidos a la ONU! (Hetalia). Así que, por último, me disculpo y os doy las gracias por haber conseguido que este blog haya logrado sobrepasar las 700 visitas. Os veré en unos meses si todo va bien, de nuevo, lo siento y gracias por todo.






lunes, 4 de mayo de 2015

Paper Plane

Nota: he aquí el poema que voy a presentar para el concurso literario de mi instituto, el relato definitivo lo publicaré otro día, que está inspirado en la saga Paper Plane, de Vocaloid. Para los que no conozcan esta saga, consta de dos canciones (Prisionero y Paper Plane) que cuentan el enamoramiento de un chico preso en un campo de concentración (creo que se llamaban así, pero por si me equivoco, me refiero a donde tenían los nazis a los judíos) y la hija de un alto cargo, en plan El Niño Con El Pijama De Rayas. Por cierto, el poema es largo, 100 versos en total.

Un prisionero y una enferma,
esta es la historia de su amor,
los aviones morirán
quedando su corazón.
Aquel joven prisionero
con corazón empuñado
vio a esa preciosa chiquilla
con sus cabellos dorados,
tal era su belleza que
se quedó sin corazón,
la niña de ojos azules
sin querer lo había robado.
Quería decirle algo,
a la niña que llamó “Amor”,
mas al no saber qué decir
se lo escribió en un avión.
Desde entonces cada día
se mandan un lindo avión
donde están sus sentimientos
escritos de corazón.
Pasó el tiempo y ella empeoró,
mas creció su corazón
y, con un último esfuerzo
le mandó el último avión
con estas palabras dentro:
“Voíme a un lugar lejano,
así que esto es el adiós”.
-¡No me abandones, por favor!-
Gritó el joven prisionero-
Con todo lo que te amo,
no te marches, ¡ahora no!
No quiero sufrir más daño,
¿cómo viviré sin ti?-
Se lamentó desolado.
-El destino es caprichoso.-
Fue lo que dijo llorando,
y prosiguió su camino
con corazón enredado.
Ahora no puede moverse,
pues ese virus malvado
sus piernas paralizó.
Sintiendo un dolor amargo,
su cuerpo no respondía,
su vida estaba acabando,
pocos minutos de vida,
en sus manos un avión
y una sonrisa en su rostro.
Esa vida se acabó,
su padre muerto por dentro
cogió en su mano un avión
y al muchacho fue a castigar.
En su mente él la mató,
tomó todos los aviones
y frente a él se los rajó,
pero él muy enfurecido
un puñetazo lanzó
contra aquel rostro maligno.
El chico fue sentenciado,
una muerte asegurada,
todo ya estaba acabado,
el pasado se iba lejos
y el futuro tan lejano
le ahogaba en la fría noche
sin luces, sin corazón.
Solo entre cuatro paredes,
sin ningún rayo dorado,
la oscuridad infinita
su cuerpo está deformando,
y la soledad eterna
a su alma está destrozando.
Un aullido le confunde,
y  grita desesperado:
-¿Por qué me mantienen dentro?
¿Por qué me han abandonado?
Intentan matarme de hambre,
mas sé que moriré de amor,
pues mi niña se ha marchado
haciéndome mucho daño.-
Entre gritos y lágrimas
dice con el corazón-
tantos aviones mandé,
tanto jugamos hablando
que no le pregunté el nombre
que hoy busco desesperado.
Quiero conocer tu nombre
y llamarte con cuidado,
me estoy muriendo de pena,
pues no sé el nombre de mi amor,
antes de mi muerte dímelo.-
Otra vida ha terminado,
y se junta con la de ella,
los amantes separados
gozarán eternamente
de las glorias que el pasado
les arrebató con muerte.
Niña de pelo dorado,
enferma de ojos azules,
un muchacho esperanzado
y aquel prisionero libre,
se aman gracias a un avión.

domingo, 26 de abril de 2015

El veneno de las rosas

Nota: hace poco (el jueves) me vi Saint Seiya The Lost Canvas de una vez y me enamoré de uno de los caballeros dorados, así que le hice un pequeño homenaje a este gran caballero que ha hecho que esté orgullosa de mi nombre. Espero que os guste y no me matéis cuando os diga que Caramel se retrasará por falta de inspiración y tiempo (esto es principalmente porque mi onee me ha dejado el primer libro de Cazadores de Sombras y claro... Está muy bien).

Siento el dolor en todo mi cuerpo. Cada una de mis articulaciones está siendo destrozada sin piedad. Mi rostro, al que mi enemigo denomina hermoso, lucha por mantener la orgullosa sonrisa y no ser desfigurado de una vez por todas. Y entonces, cuando mi enemigo me cree derrotado, mis labios se mueven involuntariamente. "Rostro, brazos, piernas... Rompe lo que quieras, pero no romperás mi espíritu" son las palabras que dejo escapar de mi boca con una voz completamente firme y decidida. No pienso rendirme. El combate continúa, mi feroz enemigo es temible, digno de mí. Pero quizá me confié demasiado, quizá no di todo lo que tenía, quizá me distraje por un instante; ahora mismo solo sé que me encuentro tirado en el suelo, con un gran dolor en mi cuerpo y mi orgullo, sobre un charco de sangre. Mi propia sangre. Me rindo. Sin embargo, percibo un estruendo proveniente del pueblo y el terror me invade. Debo proteger a aquella gente, lo prometí. Debo proteger a Agatha, lo juré. Me levanto con dolor y le pido a mi diosa que no me abandone en ningún momento. No sé cómo aparezco de pronto frente a mi rival una vez más, pero no me importa. Lo único importante es proteger a Agatha y acabar con él, con Minos. Coloco mi rosa entre mis labios y lo miro, me había subestimado. La batalla es rápida y certera. Yo acabo con él y él acaba conmigo, un precio justo. Lo veo caer ante mí antes de caer yo también, la pelea ha sido mía. Le doy gracias a Atenea, mi diosa, por no abandonarme ni un instante. Y muero. Muero con una sonrisa. No me he resignado, tan solo he aceptado el precio de mis acciones. No tengo nada de lo que arrepentirme. ¿Acaso no es eso motivo suficiente para morir sonriendo? "Mi vida ha sido como estas rosas, que son venenosas pero que son las rosas más hermosas del universo. Son... Mi vida, las llevaré dentro de mi corazón".
Despierto en un lugar extraño, no, más bien hermoso. Un jardín inmenso lleno de rosas y un infinito cielo azul brillante adornado con blancas nubes. Tan solo hermoso podría describirlo, e incluso se queda corto. Me siento ligero, no porto mi armadura, si no ropas normales. Pienso en levantarme, mas me encuentro tan cómodo tumbado que me falta tiempo para hacer la idea a un lado. Cierro los ojos. Me siento diferente. ¿Tal vez es porque estoy muerto? ¿Pero entonces qué hago allí? ¿Serán los Campos Elíseos este lugar? Prefiero no darle importancia y continuar relajándome. No sé cómo explicarlo, mi sangre ya no es la misma, la noto más... Pura, como si volviese a ser sangre corriente y no sangre bañada con el veneno de las rosas. Debe ser eso. Aunque suena extraño, un muerto con sangre en las venas. Abro los ojos. El claro azul del cielo y el oscuro azul de mis ojos combaten en silencio, se examinan mutuamente para terminar con la belleza del otro. Esbozo una sonrisa. Por primera vez en toda mi vida he pensado que soy hermoso. Veo cómo empiezan a caer pétalos de rosas rojas y atrapo uno de ellos con mis dedos. Lo huelo, veneno. Las rosas arrancadas por Minos. Ya es el momento de partir, me pongo en pie y miro hacia delante, preparado para el infierno que me esté esperando. Los pétalos se reúnen frente a mí, girando como un torbellino y creando una figura humana, una figura femenina que me tiende su mano. La observo una vez más antes de aceptar su mano. Es realmente preciosa, sin embargo, se vuelve aún más bella cuando se transforma en una humana verdadera. Pero no en cualquier humana, se convierte en ella. Intercambiamos miradas. Sonríe. Sonrío. Y me dejo guiar por ella, por mi ángel de la guarda. ¿Quién podría preocuparse? Allá a donde me lleve mi ángel será el sitio que merezco, no hay necesidad de pensar, solo tengo que dejarme llevar y disfrutar del tacto de su piel, un tacto que creí que jamás experimentaría. Ahora sí que puedo despedirme de todo feliz y en paz. Ahora ya puedo ser una rosa sin espinas, sin veneno. Ahora puedo ser hermoso de verdad. Ahora... ¿Qué más da lo que venga ahora? Prefiero disfrutar de este momento mientras dure. ¿Quién me iba a decir que llevar en mi sangre el veneno de las rosas me daría unos últimos momentos tan bellos?

jueves, 16 de abril de 2015

Los Caballeros de Gilbird. Capítulo 1

Nota: la saga de las Hetaparodias comienza con una parodia de Saint Seiya (Los Caballeros de Zodiaco), espero que disfrutéis esta enorme y asombrosa gilipollez.

La leyenda nos cuenta que los caballeros siempre aparecen cuando las fuerzas del mal intentan apoderarse del mundo.
Hace mucho tiempo existió un grupo de jóvenes que protegían a Gilbird, el pollito más asombroso del mundo. Eran llamados "Caballeros de Gilbird" y siempre combatían sin armas. Se dice que con un puletazo eran capaces de desgarrar el cielo y que de una sola patada abrían grietas en la tierra. Hoy, de nuevo, un grupo de caballeros con el mismo poder e idéntico valor ha llegado a la Tierra...

Capítulo 1. Una nueva leyenda

-De todos los aspirantes, tan solo vosotros dos habéis sido capaces de llegar hasta aquí. Ahora, ambos os enfrentaréis...
-¡Que te den! ¡La armadura será mía!
-Nunca has logrado vencerme en un combate, ¿por qué crees que será diferente esta vez?
-Obvio, porque soy el asombroso protagonista, kesesesese.
-¿Protagonista de qué? Si no eres más que un fantasma.
-¿Qué dices? ¡Te vas a enterar!- gritó el "asombroso protagonista" lanzándose contra el otro.
-¡Usa la sartén! ¡La sartén!- gritaba una chica desde las gradas.
-¡Que no se pueden usar armas, obaka-san!
-Ay, cierto... ¡No uses la sartén! ¡No la uses!
-¡Ya basta!- chilló el patriarca, más conocido como el hombre que fue interrumpido anteriormente- la armadura será para Gilbert, que para algo es el protagonista.
-Kesesesese, ¡lo sabía!- gritó el prusiano mientras se burlaba del otro- será mejor que me presente, yo soy... ¡Gilbert de Pegaso!
~Ese mismo día por la noche~
-Soy el más asombroso, te dije que lo conseguiría, ¿eh bocchan?- le decía Gilbert a un chico con gafas que estaba tocando el piano.
-¿Qué haces todavía aquí? Llevas años viviendo de gorra en mi casa, lárgate ya al lugar de donde viniste.
-Hombre, soy asombroso pero no puedo viajar en el tiempo para regresar al vientre de mi madre.
-Me refiero a la casa de ese dios pollo tuyo, obaka-san.
-Un respeto, no olvides que tú también eres un caballero, Roderich de Águila.
-Márchate antes de que llame a Elizabeta.
-Ugh, olvidaba que esa marimacho y tú sois pareja.
-N-No somos pareja, y ahora fuera de mi vista. Quiero tocar el piano a solas.
-Como quieras- dijo Gilbert saliendo por la puerta- hasta nunca, bocchan.
Roderich no se despidió y comenzó a tocar una suave melodía en el piano que transmitía una inmensa felicidad, pero algo interrumpió su canción: una chica había entrado a la casa atravesando una ventana, con cristal y todo.
-¡¿Podré tocar en paz alguna vez?!
-¿Dónde está?
-¿Dónde está quién?
-Gilbert, obviamente.
-Se ha ido.
-¿Cómo que se ha ido? ¿A dónde? ¿Cuándo volverá?
-A su casa. No volverá jamás, y gracias a Dios.
-Oh, no... ¿Y qué voy a hacer yo con el juego de sartenes nuevo que me compré por HeBay*?
-¿Qué tal cocinar?
-No, eso es demasiado normal. Iré tras él y le estamparé esta sartén en la cabeza. Si no lo hago, no seré digna de llamarme Elizabeta de Ofiuco.
-Estás loca. Todos estáis locos. Haz lo que quieras, pero hazlo ya.
-Regresaré pronto, Roderich-san- se despidió la chica saliendo por otra ventana.
-Será marimacho, ¿las puertas están de adorno o qué? No, si cuando el idiota ese tiene razón, la tiene.
Mientras tanto, Gilbert caminaba en la noche absorto en sus pensamientos, ignorando que iban tras él.
-Oresama saikou, saikoyou...
-¡Deja de canturrear esa estúpida canción!
-¿Estúpida? ¿Qué puede ser si no asombrosa una canción que habla sobre mí?
-Menos asombrosa, cualquier cosa.
-Vaya, cuanto amor me tiene, Elizabeta.
-Ni te lo imaginas... Ahora calla y deja que te estampe esta sartén en la cabeza.
-¿Pero estás loca? ¡Aparta esa mierda de mi asombroso cráneo!
-Venga, solo un golpecito.
-¡Aléjate de mí, chiflada!
-Di lo que quieras, no me detendré hasta haberte reventado la cabeza y lo poco que ella halla- dijo la húngara abalanzándose sobre él.
-Tú lo has querido, ¡armadura de Pegaso!- gritó Gilbert y, de quién sabe dónde, apareció una luz que cuando se apagó dejó ver cómo el chico vestía la mítica armadura de Pegaso- ¡dame tu fuerza Pegaso! ¡Patatas de Pegaso!
Los golpes fueron certeros, el joven caballero no falló ni uno solo. Al menos, su rival podría preparar una buena ración de patatas fritas, aunque ya se las había comido todas crudas. Y entonces, Gilbert salió corriendo dejando a su enemiga bajo una montaña de patatas para regresar a... A ese sitio al que debía regresar según el argumento de esta cosa. Se sentía más asombroso que de costumbre gracias a aquella pelea, aunque él todavía no sabía que su asombrosa aventura llena de asombrosas aventuras acababa de empezar...

*hetacopia de eBay

jueves, 2 de abril de 2015

OTRA HISTORIA EXORCISTA. CAPÍTULO 1

Un exorcista es alguien que está tocado por la divinidad. Todos y cada uno de ellos existen para desterrar a los seres maléficos que surgen de entre las tinieblas.
A finales de un siglo XIX imaginario, en la niebla, una inusual figura se adentra en los inhóspitos terrenos regidos por la Sombra. Nadie sabe quién es, nadie sabe de dónde viene, nadie sabe qué busca. La figura se detiene por un momento, en mitad de la noche, en mitad de la tormenta. El viento mueve sus cabellos, el agua empapa su cuerpo, la noche oculta su mirada y un relámpago la hace revivir. Una luz, tan solo una luz basta para que la luna admire su fino rostro de princesa. Princesa sin trono. Princesa sin joyas. Princesa sin palacio. Ella es, simplemente, una princesa de la calle, de la noche, de la Sombra. Su belleza es distinta a la de cualquier otro ser humano, pues posee la belleza divina digna de un ángel. Un ángel que se ha hecho fuerte sin querer serlo. Un ángel al que le han arrancado las alas y que no derramó ni una sola lágrima de dolor. Un ángel criado en los infiernos, mas destinado a perecer en los cielos. Un ángel que ya... no siente nada más que rabia.
La muchacha retoma su rumbo, sin embargo, ahora no es la oscuridad su acompañante, sino la hermosa y radiante luz de la luna, que ansía poder observar el rostro de la chica eternamente. Lentamente, la feroz tormenta amaina y el viento, ahora suave y delicioso como una brisa veraniega, regresa para juguetear de nuevo con los cabellos que la princesa intentaba domar dejándolos recogidos en una cola de caballo. Anaranjados, suaves, juguetones, rebeldes; contrastando con sus morados ojos llenos de rabia, dolor y miedo, ocultando un pasado que quiere olvidar pero que, por su propio bien, recuerda cada día de su vida. Su piel, casi transparente como la de un fantasma, marcada con cicatrices para que se acuerde de que no es un espectro y que puede ser dañada; una marca bajo su ojo izquierdo, otra escondida bajo su ropa y la tercera colgada al cuello en forma de medallón; un medallón de oro con la cruz templaria que, un día, perteneció a su difunta madre. Sus ropas poco habituales y ajustadas al cuerpo. Una especie de camiseta azul claro de manga francesa y sin hombros que muestra el ombligo de la joven y que permite la visión de dos finos tirantes negros, unos pantalones negros totalmente pegados al cuerpo y unas botas azules que, a pesar de ser capaces de llegar hasta la rodilla, permanecen holgadas y caídas permitiéndole a la joven chica una mayor movilidad.
-Madre, es hora de que cumpla la promesa... Conde, es el momento de que empiece el principio del fin...
Suaves palabras pronunciadas con delicadeza que los rosados labios de la princesa dejan escapar mientras admira la luna y su eterno brillo blanco, puro como la Inocencia.
-Debo apresurarme. Si no llego pronto, él me encontrará.
La chica comienza a correr y en pocos minutos alcanza un edificio, alto como la Torre de Babel y negro como el alma de Luzbel.
-¡Abrid! ¡Abridme si en verdad sois guerreros de Dios!
-¿Se puede saber quién eres y qué haces aquí a estas horas?- le pregunta una voz masculina.
-¡Eso no importa! ¡Abridme!
-A ver, entiende que no puedo permitirle el paso a una completa desconocida. Necesito que me digas quién eres y qué has venido a hacer aquí.
-¡Minucias! ¡Abridme si me encuentro en la Sombra!
-Así que conoces el nombre de la Congregación... ¿se puede saber quién eres?
-¡Mira que eres persistente! ¡Soy la dueña de Muteki!
-¿Te refieres al arco? ¿A la inocencia?
-¡Así es! ¡Vengo por pedido de Komui Lee! ¡Abridme de una vez!
No hay respuesta humana, sin embargo, la puerta se abre para la joven, que entra rápidamente en el edificio.
-Vaya, buenas noches señorita, ¿me puedes dar ya tus datos?- le pregunta un hombre en cuanto entra.
-¿Eres tú el de antes?
-Así es, soy el subjefe Reever. Un placer conocerte.
-Yo... soy Marine.
-¿Ves cómo no era tan difícil? Pero tendrás apellido, digo yo. ¿Te importaría mucho decírmelo antes de ir a ver al jefe Komui?
-Llévame con él y te lo diré.
-Está bien, que testaruda eres. Ven, es por aquí- Reever empieza a caminar junto a la princesita hasta que llegan a cierta puerta- es aquí.
-Kanda... soy Marine Kanda...- dice entrando por la puerta y dejando al subjefe atontado por su respuesta- Komui.
-Buenas noches, no te esperaba hoy.
-Tuve un mal presentimiento y decidí adelantar el evento.
-Bueno, lo importante es que estás sana y salva. ¿Te encontraste con algún peligro durante el camino?
-No, y eso me inquieta. No hace falta que te diga que el Conde se está moviendo.
-Quizás ahora mismo tiene otro objetivo, uno que tal vez le ayude a llegar a ti.
-¿Y cuál crees que es?
-Quién sabe. Pero cambiando de tema, ¿cómo estás tú?
-¿A qué te refieres?
-Bueno, algo debes de sentir. Después de todo, estás finalmente aquí.
-No me siento de ninguna manera, simplemente... estoy aquí.
-Tan fría como siempre... pero tengo una sorpresa que te hará sonreír.
-Hace mucho que no sonrío, ¿qué puedes hacer tú para que lo haga?
-¿Qué tal esto? ¡Adelante!
La puerta se abre lentamente y un chico de rasgos asiáticos y cabellos azules entra en el cuarto.
-Dios mío... ¿eres Yuu? ¿De veras eres Yuu?
-Por todos los demonios, ¿qué haces aquí? Komui, ¿qué hace ella aquí?
-¿Acaso no te alegras de verla?
-Por supuesto que me alegro, pero es peligroso que ella esté aquí. Si el Conde la descubre...
-No lo hará, aquí nadie sabe quién es ella en realidad.
-¿Entonces qué... qué nombre ha dado?
-Marine Kanda, n-nii.
-No me llames nii, que da mal rollo que lo hagas.
-Entonces Yuu, ¿puedo llamarte así?
Kanda se muerde el labio inferior y abraza a la princesa con todas sus fuerzas mientras unas lágrimas rebeldes se escapan de sus ojos.
-Tú puedes llamarme como quieras. Solo... no te alejes de mí... ni dejes que yo lo haga...
La chica, imitando al apuesto japonés, lo abraza y deja que sus lágrimas fluyan por su rostro libremente.
-Yuu... Yuu... Te he echado tanto de menos...
-Tres años... Tres malditos años...
-Creí que no volvería a verte... Pensaba que habías desaparecido para siempre de mi vida... Como pasa siempre...
-Yo jamás me alejaré de ti... Te lo prometo...
-¡Oh! ¡Qué bonito es el amor!- dice Komui para llamar la atención de ambos exorcistas, que rápidamente se separan y se deshacen de sus lágrimas- bueno, veo que sois buenos captando indirectas.
-Como sea, solo quiero que me expliques qué hace ella aquí.
-Eso es simple, está aquí para ser una exorcista más.
-¿Estás de broma? Ella no puede controlar una inocencia, no es capaz de hacerlo.
-Y-Yuu... En realidad sí que puedo... Ahora sí...
-¿Qué? ¿Cómo?
-Cross Marian, esa es la única respuesta- dice Komui sonriente.
-¿La mandaste con ese maldito pervertido?
-B-Bueno, es que era el único capaz de sacar a la luz el potencial de...
-Me da igual, ¿cómo pudiste hacer algo así?
-Yuu, el maestro Marian no es mala persona. Es cierto que es un mujeriego en toda regla, pero no hay oscuridad en su corazón.
-De acuerdo, si tú lo dices será por algo.
-Que pareja tan bonita...- suspira Komui- espero que Lenalee no esté nunca así con nadie.
-¿Lenalee?
-Mi queridísima hermana pequeña. Seguro que te cae bien, a todos les cae bien. Pero será mejor que nos pongamos serios, no tenemos tiempo que perder. Primero tenemos que devolverte a Muteki y luego buscar una misión adecuada para ti.
-¿Adecuada para mí?
-Exacto. Tú no puedes hacer cualquier misión, solo debemos encomendarte las que tengan un porcentaje mayor del 63% de éxito.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Pues que solo te mandaremos a misiones en las que sea más probable hallar el corazón.
-El corazón... De acuerdo, haré todas las misiones que hagan falta hasta que lo encontremos.
-Así me gusta, pequeña... Ahora será mejor que vayas a descansar, debes tener sueño. Kanda, enséñale su cuarto, por favor. Y tranquila, mañana nos encargaremos de todo lo que debemos hacer. Por el momento, solo duerme.
La princesa asiente y sale del despacho junto con el espadachín. Ambos avanzan juntos sin mirarse, sin hablarse, sin tocarse; como si fueran unos desconocidos. Finalmente llegan a la habitación de la chiquilla.
-Es aquí, la mía es la de al lado.
-Este sitio...
-¿Me estás escuchando?
-¿Eh? Sí, claro...
El chico la mira entre sorprendido y preocupado y, con una velocidad inimaginable, agarra a su compañera y la mete en el cuarto con brusquedad. Tras hallarse él también en la sala, cierra la puerta con cerrojo y mira a la princesa con frialdad. Durante unos minutos nadie dice nada, tan solo se dedican a matarse con la mirada como si así fueran a ser capaces de comprender la mente del otro.
-¿Por qué has hecho eso?
-¿Por qué no me escuchabas?
-Sí te escuchaba, ahora respóndeme.
-No lo hacías.
-Yuu... Basta ya, por Dios... Deja... ¡Deja de mirarme así! ¡Deja de mirarme con lástima! Yo no necesito la comprensión de nadie... Yo... No necesito a nadie...- solloza la chica cayendo al suelo de rodillas y dejando que sus lágrimas fluyan libremente por su principesco rostro.
-¡Pues deja de comportarte así! ¡Si dices que no eres digna de lástima, demuéstramelo! ¡Si dices que no necesitas a nadie, demuéstramelo!
-¿Cómo demostrar algo que ni tú mismo te crees?- interrogó la pequeña exorcista mirando con dolor al apuesto joven que se alzaba de pie ante ella- no quiero que nadie me mire con lástima porque ellos también me miran así, no quiero que nadie esté a mi lado porque se alejará de mí y me abandonará... ¡Me odiará!
Tras escuchar aquellas palabras, Kanda simplemente se deja caer frente a la chiquilla y la guarda con sus brazos.
-Lo siento... Entiendo cómo te sientes, pero recuerda que yo jamás me iré de tu lado... Al igual que sé que tú nunca te irás del mío.
No se mueven más desde aquello. No dicen más desde aquello. No hacen mayor ruido que sus respiraciones y los tímidos lloros de la princesa, que poco a poco van desapareciendo.
-¿Estás mejor?- pregunta el espadachín cortando el abrazo.
-Sí... Yuu... Tengo que contarte algo...
-¿Qué es?
-Me encontré con algo, alguien más bien, sospechoso. Creo que era un Noé.
-¿Estás segura?
-Sí, no, no lo sé. Su alma estaba tan... Podrida... No me gustaba, me daba miedo. Volví a sentir lo que sentí cuando me encontraba allí.
-Me juraste no mencionar de nuevo aquella época.
-Lo sé, si alguien que no debe lo oye sospechará y esas sospechas pueden llegar a los Noé e incluso al Conde, pero aquí solo estamos tú y yo.
-Sigue siendo peligroso mencionar esto aquí.
-Aquí y en cualquier parte... ¿Me equivoco?
-Supongo que no. Pero dime, ¿te hizo algo ese supuesto Noé?
-No especialmente. Sin embargo, se fijó en mí y me invitó a bailar.
-¿Estabas en una fiesta?
-Sí, el maestro me pidió que fuera a ella antes de venir aquí, aunque se negaba rotundamente a que viniera.
-No me extraña... ¿Pasó algo más en esa fiesta?
-No, bailamos y me piropeó. Nada más, luego no volví a verlo.
-¿Qué hiciste después del baile?
-Me quedé un rato más para conseguir la orden del maestro y luego me fui.
-¿Qué te pidió que consiguieras?
-No lo sé exactamente, es esta caja- dice mostrándole una pequeña cajita gris con bordados rojos- pero no encontré la llave por ninguna parte, y ya no logro contactar con él para preguntarle.
-Es extraño, al  igual que ese hombre. Pero... no tiene cerradura.
-¿En serio?- ojea la cajita una vez más- tienes razón, no hay ninguna cerradura. Pero no puedo abrirla, ¿por qué me mandaría el maestro conseguirla?
-Igual tiene algo dentro que algún día te resultará útil y se abrirá cuando estés preparada para usarlo, ¿no percibes nada?
-No, y cuando la agito no suena nada. Es como si estuviera vacía, espero que tenga razón y algún día pueda abrirla y me muestre algo beneficioso.
-Tú no le des vueltas, piensa que cuando deba ser, será. Y ahora será mejor que duermas, que menudas ojeras traes.
-¿Tanto se notan?
-Sí. Venga, a la cama.
-Me tratas como si fuera una niña pequeña.
-Eres mi niña pequeña- dice Kanda depositando un beso en la frente de la chica y yéndose.
-Yuu, me alegro mucho de volver a verte- dice la princesa dejando escapar unas lágrimas y adornando su rostro con una bella sonrisa.
-Y yo... Buenas noches- susurra el chico marchándose del cuarto.
La chica se levanta y abre la gran ventana con vidriera de la habitación asomándose a ella. Alza la mirada y logra cruzar miradas con la luna antes de cerrar los ojos para sentir cómo el viento juega de nuevo con su pelo.
-Mamá... Yo... Ya estoy dentro...

Días grises (one-shot SPAMANO)

Lovino no podía más con el sentimiento que tenía dentro, pero nunca lo admitiría. Nunca, nunca y nunca admitiría su amor hacia Antonio.
No sabía cuándo había empezado a sentirse atraído por ese bastardo español, sucedió sin que se diera cuenta. No sabía cuándo había dejado de molestarle ser abrazado por él. No sabía cuándo se había vuelto loco por ese bastardo amante de los tomates. Solo sabía que era una realidad y que debía afrontarla como pudiera...

Era una fría mañana de febrero como otra cualquiera. Lovino se había levantado de mala gana, esa noche no había dormido bien y estaba de un humor de perros, peor que de costumbre, y Feliciano fue el primero en notarlo cuando su hermano casi mata a Ludwig cuando este vino a recogerlo. Lovino odiaba con toda su alma a ese maldito alemán. A él y a sus patatas.
Solo quería que ese día pasase lo más rápido posible, pero la suerte parecía no estar de su parte. Antonio lo cogió del brazo y se lo llevó lejos de allí nada más cruzar miradas con él. Al principio el italiano se resistió y lo insultó, pero dejó de hacerlo al ver que el español estaba llorando. No lo entendía. Él nunca lloraba. ¿Por qué tenía que hacerlo justamente ahora?
Caminaron durante mucho tiempo hasta llegar al castillo de la ciudad, la zona más alta y alejada de todo. En cuanto pararon, Antonio soltó el brazo del menor, quien se dejó caer en la hierba de los jardines.
-Oye tú... Bastardo... ¿Qué... Te pasa?- preguntó Lovino jadeando.
Antonio tan solo se sentó a su lado y hundió la cabeza en sus propias rodillas.
-¿Se puede saber qué diablos te ocurre? ¡Tú no eres así!- pero, por segunda vez, no obtuvo respuesta- vale, si no quieres contarme tu problema, ¿por qué demonios me has arrastrado hasta aquí haciéndome perder clase?- otra vez solo le contestó el silencio- muy bien, me voy entonces- dijo finalmente levantándose e intentando irse, pero Antonio le agarró del brazo impidiéndoselo.
-No... No te vayas... Te lo ruego...- le pidió abrazándolo por la espalda.
-A-Antonio, cuéntame qué te pasa, por favor.
-Hoy... Hoy es un día muy especial para mí... Hoy es...
-Hoy es 12... Es tu cumpleaños... Yo... Lo siento, se me olvidó. Perdóname, soy un amigo horrible.
-N-No importa, después de todo, no es por eso que es un día especial. Verás, hoy hace diez años de la muerte de mi mejor amigo.
-¿Co-Cómo?
-Yo tenía un amigo... Se llamaba Manuel, era un año más pequeño que yo y siempre lo trataba como si fuera mi hermanito. Un día, el 12 de febrero de hace diez años, insistí en que Manuel viniese a verme porque era mi cumpleaños. Su familia estaba de viaje, pero decidieron cumplir mi deseo y... Tuvieron un accidente de coche. Un idiota se puso a hacer el imbécil en la carretera y se chocó con el coche de Manuel y sus padres. No hubo supervivientes- en ese momento, el abrazo del español comenzó a dolerle de verdad al italiano; la fuerza que el amante de los tomates ejercía sobre él era demasiado fuerte- si yo no hubiese sido tan egoísta él seguiría vivo...
-A-Antonio...
¿Qué podía decirle? Antonio le apretaba tan fuerte que no lograba pensar con claridad. Aquella historia le partía el corazón, y sentir las lágrimas de la persona a la que amaba en su cuello no ayudaba.
-Antonio... Suéltame...
El español no dijo nada, simplemente obedeció. Fue entonces cuando Lovino tomó en rostro del mayor con sus manos y le depositó un beso en los labios. Suave, corto, inexperto.
-De-Deja de culparte, bastardo. Estoy seguro de que tu amigo quería ir a verte también, así que no cargues con toda la culpa solo. Además, no creo que él quisiera verte triste, especialmente siendo tu cumpleaños.
-Lo-Lovi...
Antonio se secó las lágrimas y se abalanzó contra Lovino. Atrapó su cintura con sus brazos y juntó sus labios con los de su pequeño italiano. Los labios del menor parecían haber sido creados para que encajaran perfectamente con los del mayor, todo Lovino parecía haber sido creado para encajar con Antonio.
-A-Antonio...- suspiró el italiano cuando se separaron.
-Te amo, Lovi- dijo el español para unir de nuevo los labios con los de su amor.
Ese beso fue diferente. Antonio pegó el cuerpo de Lovino aún más al suyo y este rodeó su cuello con los brazos para sentirlo más cerca mientras respondía como podía al beso.
-No sabes cuánto tiempo llevo esperando esas palabras- dijo el italiano al hallar libres los labios.
-Lo sé, y te prometo que ahora las escucharás cada día. Te amo, Lovino Vargas.
-Y yo á ti, Antonio Fernández Carriendo... ¿Por qué tu nombre es tan largo?
El español soltó una risilla y, de nuevo, volvieron a besarse. Un beso corto y dulce, lleno de amor y ternura que finalizó en un abrazo entre ambos muchachos.
-Feliz cumpleaños, Antonio.

~~ DOS DÍAS DESPUÉS ~~

Lovino llegaba al instituto cuando unas manos taparon sus ojos.
-¿Quién soy?
-Deja de jugar, bastardo.
-Vaya, tan tsundere como siempre- dijo Antonio abrazándolo- ¿sabes qué día es hoy?
-Sí, jueves.
-Aparte, es 14.
-¿Y qué?
-¿Cómo que "y qué"? ¿No me has comprado nada?
-E-El amor no se tiene que mostrar a través de regalos.
-Eso es precioso... ¡Cómo te quiero, Lovi-love!
-¡No me llames así!
-Bueno, yo sí que te he comprado algo. dijo ignorando a su novio- aunque es bastante simple.
El español sacó un ramo de claveles de su mochila, sin embargo, antes de que pudiera decir nada, un ramo de rosas le fue estampado en la cara.
-Creía que no me habías comprado nada...
-Pe-Pensaba darte una sorpresa.
-No, si sorpresa ha sido jeje. Feliz San Valentín, Lovi.
-Fe-Feliz San Valentín, Antonio.

Leyendas (adelanto de Mahou, mi novela)

Nota: no pensaba realmente enseñaros esto, pero creo que os lo merecéis por toda la espera de Caramel. Se trata ni más ni menos que de la gran leyenda del país de Mahou, el lugar donde se desarrollará mi novela de mismo nombre, y que una reina cuenta a la protagonista al final del libro. Espero que os guste ^^


Antes de que las cuatro divinidades existieran, antes de que los ángeles y demonios se separaran, el reino de Mahou estaba lleno de paz y tranquilidad bajo el reinado de Empusa, una hermosa hechicera. Esta reina portaba siempre una corona de oro con cinco joyas que daban nombre a sus cinco hijas. La mayor de todas, Esmeralda, tenía el poder de controlar la tierra y todo en lo que ella creciera a placer. La segunda, Zafiro, poseía el dominio de mares y ríos. La siguiente, Rubí, había heredado el don de utilizar el fuego a placer. La penúltima, Amatista, controlaba los vientos como si formaran parte de ella. Y la menor de todas, Diamante, era capaz de comprender a los animales.

Pero un día, la paz que reinaba sobre Mahou se vio perturbada con la llegada de unas criaturas llamadas nobilitas. Ellos decían venir de la otra punta del continente, de la que habían tenido que huir por haber sido conquistada por unos bárbaros que se hacían llamar venatores. Los habitantes de Mahou, conmovidos, les prestaron ayuda. Al principio les parecieron seres extraños, pero con el paso del tiempo se dieron cuenta de que no eran muy diferentes a los elfos que habitaban aquellas tierras. Sin embargo, el rey de los nobilitas había logrado seducir a la joven Diamante y la engañó para poder obtener la corona de Empusa y, por tanto, el control de Mahou.

Una tarde, el joven nobilita le pidió a Diamante que llevase a sus hermanas a pasear por el bosque mientras él le pedía a la reina su mano. La menor, sin conocer las verdaderas intenciones del hombre, así lo hizo y, mientras las cinco princesas paseaban alegremente, un cuervo avisó a Diamante de que su madre estaba siendo atacada. Las chicas, gracias a la ayuda de Amatista, llegaron rápidamente a palacio donde presenciaron una terrible escena: su madre, la reina, estaba siendo atacada por unas extrañas criaturas conocidas como lamias. Todo parecía ir bien hasta que Empusa se dio cuenta de la presencia de sus hijas y, aprovechando la distracción, la última lamia que quedaba con vida se abalanzó sobre la reina y perforó su fino cuello con sus colmillos para luego ser destruía por Diamante, quien con velocidad sujetó el cuerpo de su madre que había caído desmayada. Con lágrimas en sus ojos balanceaba el cuerpo de la reina mientras veía cómo sus albinos cabellos se teñían negros y su blanca piel se tornaba oscura. Mas apartó la mirada al escuchar la burlona risa del rey nobilita mientras sostenía la corona de Empusa entre sus manos y, con mucho dolor en su corazón por haber sido incapaz de ver las intenciones del hombre, se levantó y lanzó contra aquel mentiroso un torrente de elementos que nadie pensó nunca que era capaz de controlar. Sin embargo, todo su poder no fue suficiente  y, si no hubiera sido por la ayuda de sus cuatro hermanas, no habría sido capaz de arrebatarle la corona de su madre y de llevarse el cuerpo de esta.

Una vez en el bosque, las cinco princesas dieron sepultura a la reina y decidieron repartir las partes de la corona. Cada joya fue entregada a la chica que portaba su nombre y el oro de la corona fue fundido en dos figuras con forma de estrella que fueron enterradas a los pies del sepulcro. Sin embargo, Rubí era ambiciosa y, cuando todas sus hermanas se fueron, desenterró las estrellas y se las llevó.

Cada chiquilla viajó a un lugar distinto de Mahou, pero cuatro de ellas fueron corrompidas por el poder de las joyas durante su odisea y Empusa, avergonzada de ellas, las maldijo. Zafiro, arrepentida por su debilidad, entregó su joya a los elfos del este y se convirtió en un dragón azul. Amatista, decepcionada por su estupidez, obsequió a los elfos del oeste con su joya y se transformó en un tigre blanco. Esmeralda, incapaz de creer lo que pasaba, regaló su joya a los elfos del norte y pasó a ser una serpiente. Rubí, asustada por su futuro, dio su joya a los elfos del sur y luego viajó a la isla de los ángeles para darles las estrellas de oro. Pero la reina ángel, cauta, solo tomó una de las estrellas y poco tardó en ocultarla del mundo. Rubí rogó y rogó que cogiera la otra estrella, pero la reina se negó y la princesa optó por ofrecérsela a la hermana de esta, quien aceptó sin dudar. En ese momento, Rubí se convirtió en un ave fénix y se marchó del lugar. Sin embargo, hubo algo con lo que no contó: el poder de la estrella corrompió al ángel y la oscuridad envolvió su corazón.

Desde aquel momento, aquella tribu pacífica se dividió en ángeles y demonios. Desde aquel momento, los nobilitas se enorgullecen llamándose a sí mismos reyes de Mahou. Desde aquel momento, hay cuatro divinidades que cuidan de su tierra. Desde aquel momento, existen portadores de los dones de las cuatro hermanas malditas. Desde aquel momento, se escribieron los destinos de portadores que nacerían muchos siglos después y que recibirían las joyas de las que un día fueron cuatro hermosas princesas. Desde aquel entonces, la reina Empusa se convirtió en mito. Desde aquel entonces, la paz se volvió una mera ilusión. ¿Y qué fue de Diamante? Bueno, solo puedo decirte que pasó por mucho durante su larga vida, pero te aseguro que le fue bien y que la joya no la corrompió a pesar de que siempre se culpó por todo lo ocurrido desde la muerte de su madre. ¿Que cómo sé yo todo esto? Eso puedes decírmelo tú. Así que dime, ¿qué piedra es la que conforma mi anillo?