Llevaba bastante tiempo deseando
ir a aquella quedada. Mi querida Rosalya fue quien invitó a todo el mundo esa
tarde, tuvo una gran idea. Ella quería que todos nos llevásemos bien entre
nosotros, ¡así que incluso Ámber y sus amigas estaban invitadas! No me
importaba, pues sabía que la ignorancia era lo mejor que podía utilizar en esos
momentos, y podría centrarme en mis amigos de verdad. La hora acordada era a
las cinco de la tarde, así que tras haberme enfundado un jersey azul y unos
vaqueros negros, salí de casa. ¡No podía ser! ¡Volvía a llegar tarde! Pese a
que me moría de frío, olvidé coger mi abrigo por las prisas. Tan solo cogí mi
bolso y el dinero justo para el autobús.
Gracias al cielo, pude tomar el
vehículo a tiempo. Llegué a la parada, y parecía que estaba esperando a que yo
llegase, porque fue bastante justo. Los quince minutos que estuve allí dentro,
parecían interminables. La hora fijada ya había pasado y me estaba poniendo de
los nervios. Cuando bajé, suspiré aliviada, ya que creía que jamás llegaría a
mi destino. Miré a un lado dispuesta a comenzar a correr, y entonces me
sorprendió encontrarme a Kentin
caminando tranquilamente a pocos metros de mí.
-¡Hey! ¡Kentin!- lo llamé mientras corría hacia él, parecía bastante
sorprendido de verme- ¿Tú también llegas tarde a la quedada?
-¿A la quedada? ¿Te refieres a la que organizó Rosalya?
-Claro, ¿a cuál si no? ¿Qué pasa? ¿Acaso no vas a ir?
-No, lo siento. La verdad es que… Tengo una cita…
-¿En serio? ¡Me alegro mucho por ti! ¿Y cómo es ella?
-Ella… Pues… ¿Tú no llegabas tarde?
-¡Es cierto! Me voy, te deseo mucha suerte con la cita- le dije antes de
salir corriendo.
Mientras corría me puse a pensar. Lo primero que pensé fue que, o estaba
muy lejos estaba mi maldito destino o yo era demasiado lenta. Y lo segundo que
se me pasó por la cabeza fue lo que Kentin me dijo: “tengo una cita”. Tenía
curiosidad por saber cómo era la chica y si asistía a nuestro instituto. Aunque
si estudiaba con nosotros, no iba a resultar muy difícil descubrir quién era.
Seguía corriendo inmersa en mis pensamientos cuando escuché una voz conocida.
-¡Mirad! ¡Ahí viene! ¡Le voy a decir cuatro cosas!
Era Rosalya. Pero no era la Rosalya de siempre. Esta vez estaba enfadada
y no se dirigía hacia mí dispuesta a qué-sé-yo. Seguramente esta vez me mataría
por haber llegado casi media hora tarde a la quedada. No pasó mucho tiempo
hasta que nos encontramos frente a frente.
-Ho-hola Rosa.
-¿Cómo que “hola Rosa”? ¿Sabes qué hora es? Mira que te avise que no
llegaras tarde... ¿Dónde están ahora todos los “tranquila, voy a llegar incluso
antes que tú” que decías tanto?
-Eh… Yo… Puedo explicarlo.
-¿Ah sí? Entonces explícamelo.
-Pues… Vale, no tengo excusas. Lo siento.
Rosalya me miró de arriba abajo y suspiró.
-De acuerdo… Pero que no vuelva a pasar.
-Te prometo que esta será la última vez que llegue tarde. Por cierto,
¡¿no tienes frío?!
-¿Eh? No, ¿por qué?
-Nada… Por nada…
¡Santo cielo! ¡¿Cómo no podía tener frío?! Llevaba puesto un vestido
cortísimo negro, una chaqueta bastante elegante negra y gris con los botones
dorados y unas botas negras con cordones dorados. Estaba loca. Rosalya ya
estaba definitivamente loca.
-Hey tabla, ¿sabes cuánto llevamos esperándote?- me dijo Castiel
acercándose a mí.
-Yo también me alegro de verte, Castiel- le dije con sarcasmo.
-Cualquiera que os viese diría que sois enemigos- nos dijo Lysandro
situándose a nuestro lado- Pero lo cierto es que, por una vez, Castiel tiene
razón. ¿Qué te sucedió para que hayas tardado tanto en llegar?
-Solo me despisté, ¿vale?
-¿Qué te despistaste? Yo creo que estabas pensando en cierta persona.
-¿Q-qué? Cla-claro que no.
-No me lo niegues. Estabas tan ocupada meditando qué ropa ponerte para
que él se fijase en ti, que olvidaste hasta que hora era. ¿Me equivoco?
-Odio que me conozcas tan bien… Espera, ¿desde cuándo don “no es mi
problema” me conoce tan bien?
-Cuando me hablas te escucho, ¿vale?
-¿En serio? Te estás volviendo humano… no sabes cuánto me alegro por ti.
-Yo soy humano- me dijo Castiel algo enfadado- y tú, deja de reírte.
-N-no me estoy riendo- declaró Lysandro intentando contener la risa en
vano.
-Hey, contadme el chiste a mí también, que tiene que ser muy bueno si ha
conseguido que Lysandro se ría-comentó Armin llegando hasta nosotros.
-¿Ves? Te estás riendo.
-No me estoy riendo. Y no es nada en especial, es solo una de las típicas
discusiones de Krisdia y Castiel.
-Ah bueno, entonces no pasará mucho tiempo hasta que pueda disfrutar una.
-Oye Armin, ¿dónde está Alexy? Normalmente habría sido el primero en
echarme en cara que llego tarde. Bueno, después de Rosa.
-Ya tenía planes para hoy.
-¿Y Kentin?- preguntó Castiel- Siempre suele estar tras la tabla como un
perrito faldero.
-Me dijo que estaba enfermo.
-¿Enfermo? Yo me lo encontré yendo para una cita.
-¿Dónde te lo encontraste?
-Cerca de la parada de autobuses.
-No puedo creerlo… ¿Cómo he podido ser tan tonto?
-Armin, ¿qué pasa?
-Ya sé con quién está Kentin…
-¿Con quién?
-Con mi hermano.
-¡¿Estás de broma?! ¡¿Y me lo estoy perdiendo?!
Estuve a punto de salir corriendo, pero Castiel puso su mano en mi hombro
deteniéndome.
-De aquí no te mueves, que bastante tuviste ya con lo del delegado y yo.
-¿Aún estás molesto? Ya te dije que no es mi culpa que hagáis buena
pareja.
-Que yo no hago buena pareja con él, ¿por qué no te queda claro que nos
odiamos?
-O eso queréis que creamos.
-Mira Krisdia. No me apetece ir a tu funeral, así que me lo llevo antes
de que se le valla la pinza y te mate- me dijo Lysandro marchándose con
Castiel.
-Que aburridos…- suspiré inflando mis mofletes.
-No es su culpa- afirmó Armin riendo- Intentaste que Nathaniel y Castiel
se besaran, eso molestaría a cualquiera.
-Seguro que Kentin y Alexy no se habrían enfadado- escuché cómo Armin
dejó escapar un sonido de cabreo- Te molesta que estén juntos ahora mismo, ¿a
que sí?
-Pues claro, son mi hermano y mi mejor amigo. Si empiezan a salir me
quedo sin nadie que juegue conmigo y si Kentin rechaza a Alex, se deprimirá
tanto que no querrá volver a verlo de nuevo y, por lo tanto, yo tampoco podré
hacerlo por dañar a mi hermanito.
-¿Y yo qué? Seguro que he jugado contigo muchas más veces que Kentin.
-Bueno… Es que tú…
-¿Yo qué, Armin?
-Pues…
-¡Armin!- gritó una chica abalanzándose sobre el gamer- ¡Tenía tantísimas
ganas de verte! ¡Qué suerte que te he visto mientras pasaba por aquí!
-¿Laeti?- pregunté algo desconcertada.
-¿Eh? ¡Hola Kris!- dijo Laeti soltando a Armin- ¿Qué haces aquí?
-Eso debería preguntártelo yo. Por si no lo ves, esto es una quedada.
-¿Ah sí? ¡Pues me apunto!
-Pero es solo para los estudiantes de Sweet Amoris.
-Venga Kris, ¿qué más da?
-A-Armin… Haz lo que quieras, me voy con Castiel y Lys.
No me lo podía creer. Me daban ganas de llorar. ¿Acaso Armin prefería a
Laeti? Intenté no darle más vueltas y me fui con Castiel y Lysandro.
-Hola chicos.
-¿Y esa cara?- me interrogó Lysandro- ¿Estás bien?
-Sí tranquilo, es solo que tengo un poco de frío.
-Lo dudo, ¿qué ha pasado con el friki?- me dijo Castiel.
-No ha pasado nada.
-¿Entonces qué diablos haces aquí?
-Castiel, por favor.
-Cállate Lys y deja que conteste.
Ambos chicos me miraron, uno enfadado y otro preocupado. Sabía que les
estaba haciendo sufrir. Lo sabía muy bien. Dejé de contener las lágrimas, que
escaparon velozmente de mis ojos.
-A-Armin no me hace caso. Lle-lleva semanas ignorándome, y ahora llega
Laeti y l-lo aleja aún más de mí. Y-ya no sé qué hacer, estoy desesperada. ¡Y
me d-duele!
-Castiel, eres un insensible- acusó Lysandro a Castiel mientras me
abrazaba- Krisdia, ¿te apetece que nos alejemos un poco y nos tomemos unos
batidos?
-S-sí, por f-favor. Alejadme d-de Armin…
Lysandro me soltó y me llevaron a mi cafetería favorita, que estaba
cerca, donde vendían unos batidos realmente deliciosos. Cuando llegamos, nos
sentamos y pedimos. Castiel y yo escogimos un batido de chocolate cada uno,
mientras que Lysandro optó por un café.
-¿Estás más calmada?
-Sí…
-¿Nos vas a contar ahora qué diablos ha pasado?
-Que duele, eso pasa. Duele que la persona de que estoy enamorada pase de
mí durante semanas sin decirme por qué. Me siento como una mierda. Eso es lo
único que pasa, pero no podéis entenderlo.
-¿Crees que no puedo entenderlo? La persona a la que más quería me
utilizó y me tiró como si fuera un simple juguete. ¿Crees acaso que no sé lo
que es sentirse como una mierda?
-Pero es distinto. Debrah era una alimaña asquerosa.
-Sí, y también lo es la que está ahora mismo con Armin.
-¿Y qué puedo hacer, eh? ¿Qué puedo hacer si Armin prefiere las mentiras
de Laeti antes que a mí y mi… Lo que quiera que tenga?
-¿Te vas a rendir acaso? Esa no es la Kris que conozco.
-No puedo hacer nada…
-¡Hola!- alcé la mirada para ver quién era el que nos había saludado y me
encontré con Alexy y Kentin cogidos de la mano- ¿Qué hacéis aquí? ¿Y la
quedada?
-Oh, Alexy…
-No me esperaba esa reacción, ¿estás bien?
-Tiene problemas sentimentales- declaró Lysandro.
-¿Pasó algo con mi hermano?
-Sí, que pasa de mí.
-¿Qué? ¿Cómo va a pasar de ti si no hace más que quedar contigo
últimamente?
-¿Pero qué dices Kentin? Hace semanas que no queda conmigo.
-Pues a mí me dice desde hace días que tiene planes contigo.
-Eso no es cierto, mi hermano la tiene abandonada. A mí no hace más que
decirme que se va a jugar a videojuegos contigo.
-¿Conmigo?- preguntó extrañado Kentin- Para nada.
-Espera- interrumpió Castiel- ¿No lo habías invitado a uno de esos
eventos frikis que tanto os gustan?
-Sí, al de la semana pasada. Pero me dijo que ya tenía planes y que no
podía cancelarlos…
-¡¿Qué?! ¡¿No fue?! Con lo que nos esforzamos en el traje…
-¿Qué traje?- preguntó Kentin curioso.
-Este- respondí enseñándole una foto de mi móvil en la que salía haciendo
cosplay de Yoko, de Tengen Toppa Gurren Lagann- Le encanta este personaje,
pensé que le haría ilusión si iba de ella… Pero ni siquiera se ha dignado en
mirar la foto cuando le digo que quiero enseñársela.
-Que idiota- bufó Castiel
-Sí- secundó Kentin- ¿Quién podría pasar de ti? Cualquiera querría verte
con el traje de la foto, es tan… ¡Ay! ¿Qué haces Alexy?- el peliazul le había
asestado una buena colleja al militar sin mediar palabra.
-¿Cómo te atreves a decir eso estando yo aquí? Eres un idiota. No sé por
qué te creí cuando dijiste que ya no te gustaba Kris- dijo Alexy antes de salir
corriendo.
-Oh, mierda…
-Kentin- lo llamé- Pastelitos de frambuesa y café moca.
-Gracias- me dijo antes de salir tras Alexy.
-¿Pastelitos de frambuesa y café moca?- me preguntó Castiel confuso.
-Sí, la receta del perdón de Alexy.
-¿Crees que estarán bien?- me cuestionó Lysandro.
-Si Kentin le lleva lo que le he dicho sí.
-¿Y si no lo hace?
-Lo hará.
-¿Pero y si no lo hace?
-Alexy lo tirará por un barranco.
-¿En serio es capaz?
-No lo sé, nunca lo he visto enfadado de verdad. Solo lo supongo. Pero no
tiene caso preocuparse, yo ya tengo una que guerra que librar.
-¿Quieres que volvamos?- quiso saber Lysandro.
-Sí, por favor.
Ya habíamos pagado previamente, así que nos levantamos y volvimos a donde
estaban los demás. Al parecer, solo Rosalya había notado nuestra ausencia, ya
que fue la única en venir a recibirnos e interrogarnos. En seguida notó mis
ojos rojos y me vi obligada a contarle lo ocurrido. Se puso furiosa, pero logré
calmarla y convencerla de que no me importaba, o al menos eso intenté.
-Vale, ya estoy tranquila. No te creo pero estoy tranquila.
-Bueno, es un comienzo.
-En fin, tengo un plan- me dijo Rosalya pasando olímpicamente de mí-
¡Chicos! ¡Hay un mirador precioso algo lejos de aquí! ¡Tardaremos bastante,
pero valdrá la pena! ¡Vamos!- gritó mi amiga empezando a caminar.
-¿Estás loca? ¿Con el frío que hace nos llevas al mirador?
-Calla y sígueme- me respondió Rosalya justo antes de ir con Armin y
Laeti- Eres Laeti, ¿no?
-Sí, ¿quién eres tú?
-Me llamo Rosalya, un placer. Kris me ha hablado mucho de ti, ¿sabes?
-¿Ah sí? ¿Y qué os dice sobre mí?
-Puf… Tantas cosas que ni me acuerdo. Las otras chicas querrían conocerte
también, ven a verlas- le dijo Rosalya tirando de ella y alejándola de Armin.
-Ho-hola Armin- lo saludé situándome a su lado.
-Hola Kris, ¿estás ya menos cabreada?
-Yo no estaba cabreada.
-Sí que lo estabas y, cambiando de tema, ¿no tienes frío?
-Un poco.
-Ten- me dijo Armin dejándome su chaqueta- Ya casi ha oscurecido y cuando
lo haga te morirás de frío. Póntela y no acabarás como Deliora.
-¿Y tú?
-Yo soy como Gray. A mí no me congelan, soy yo quien congela a los demás.
-Estás como una cabra- afirmé riendo mientras me ponía la chaqueta. Me
quedaba grande y cubría mis manos, justo como a mí me gusta.
-E-estás adorable.
-¿T-tú crees?
-S-sí, estás muy mona cuando llevas ropa que te queda grande.
-Gracias… O-oye Armin…
-¡Kris!
-¿Laeti? ¿No estabas con Rosa?
-Sí, pero me recordé que tenía que decirte algo. Me la llevo un momento,
Armin.
-Claro, no hay problema.
Laeti tiró de mí alejándome bastante del resto del grupo.
-¿A qué juegas?- me preguntó enfadada.
-¿Qué?
-No te hagas la tonta, ¿qué haces con la chaqueta de Armin?
-Me la dio él.
-Sí ya- dijo con sarcasmo- ¿Crees que no sé lo pretendes? ¡Armin es mío!
-Claro que sí. Armin, Dake, Castiel… ¡Y todos los chicos que ves!
-¿Cómo te atreves?
-Mira Laeti. Me trae sin cuidado que intentes ligarte a todos los tíos
que ves, pero deja en paz a Armin.
-¿Por qué? ¿Te gusta?
-No, no me gusta. ¡Me encanta y me tiene locamente enamorada! Por eso
estoy harta de que intentes apartarlo de mí, especialmente porque lo haces con
mentiras.
-Pero él es feliz cuando le dije que era costumer.
-Se dice cosplayer. Y no lo eres, yo sí, pero tú no. No entiendes nada de
lo que él te dice mientras que yo entiendo cada palabra. Sois incompatibles.
-Pues si vosotros sois tan compatibles, ¿por qué no estáis saliendo?- no
dije nada, no sabía qué decir- ¿Ves? Él no te quiere, por eso es mejor que
salga conmigo y no contigo. Solo te lo diré una vez, apártate de mi Armin- me
dijo antes de volver con los demás.
No me moví. Tenía razón, Laeti tenía razón. Que Armin no me pidiese salir
era porque no sentía nada por mí. Quizá me veía como una amiga, solo como una
amiga. Tal vez debía rendirme y dejar que ella se quedase con él. No. No podía
hacer eso. Laeti no se parecía a Armin en nada, si empezasen a salir, Armin
sufriría mucho. Tenía que evitar que eso pasase. Aunque Armin no sintiera nada
por mí debía hacerlo, era mi amigo después de todo. Me sequé las lágrimas que
habían logrado escapar de mis ojos y volví junto a Armin.
-Vaya, Laeti me había dicho que te ibas con Castiel y Lysandro- me dijo
mi amigo cuando me vio llegar.
-Sí, lo que pasa es que están hablando sobre el grupo y no me interesa
mucho ese tema, la verdad.
-Yo te doy mejores temas de conversación, ¿eh?
-Por supuesto. Por cierto, ¿has visto ya el primer capítulo de Ansatsu
Kyoushitsu?
-Sí, está genial.
-¿Tú lo has visto Laeti?
-¿Eh? No… Es que… No me llama demasiado.
-¿En serio?- preguntó Armin algo extrañado- ¿Acaso te gustan más los
animes de amor y eso?
-Pues sí, la verdad. Como yo soy tan romántica…
-Entonces tienes que estar viendo la segunda temporada de Kamisama
Hajimemashita, ¿verdad?
-Bueno, lo cierto es que me vi la primera temporada y no me gustó mucho,
así que tampoco.
-¿De veras?- cuestionó Armin- ¿Entonces cuál estás siguiendo? ¿Binan
Koukou Chikyuu Bouei Bu Love? ¿Death Parade? ¿Junketsu no Maria? ¿The
Idolm@ster Cinderella Girls?
-L-lo cierto es que esta temporada no me atrae demasiado, por lo que no
estoy siguiendo ninguno.
Este fue, más o menos, nuestro plan hasta que llegamos al mirador. Laeti
comenzó a atacarme e intentar dejarme mal, pero yo sabía defenderme bien y
contraatacaba. Sabía que no debía ponerme a su nivel, pero lo estaba haciendo
por Armin. Lo hacía para protegerlo de Laeti. Cuando nos encontramos en el
mirador era completamente de noche, pero aún así, Laeti le pidió a mi querido
gamer que le comprase un batido. Armin fue a complacerla y, mientras, ella se
dedicó a atacarme verbalmente.
-Ya basta, Kris. Te dije que no te acercaras a Armin de nuevo.
-Tú no me mandas.
-¿Acaso eres tan tonta que sigues sin darte cuenta de que me prefiere a
mí?
-Me da igual a quién prefiera. Solo sé que no voy a dejar que le hagas
daño.
-¿Cómo podría hacerle daño a alguien a quien quiero?
-No lo quieres, simplemente te atrae. Por eso eres capaz de mentirle sin
remordimientos, no sientes nada por él.
-Sí, tienes razón. No siento nada por Armin, por eso lo he engañado desde
que lo conocí. Sin embargo, él estaría mucho mejor conmigo que contigo. Solo mírame,
soy un monumento de mujer. En cambio, tú no eres más que una friki asquerosa y
plana.
-¿Podría alguien no mencionar el tamaño de mi pecho por una vez?-
farfullé para mis adentros- Te recuerdo que Armin también es friki, y
seguramente más que yo.
-Ya me encargaré de hacer que deje de serlo. A ver qué tiene más poder:
sus tontos juegos y esos dibujitos que ve, o yo y mis atributos femeninos.
-Eres horrible…
-Puede, pero seré yo quien se lleve a Armin.
-Lo dudo mucho- dijo el susodicho tirando el batido en la cabeza de
Laeti.
-A-Armin, ¿qué haces? Me has llenado de batido.
-Que te den Laeti, eres una falsa asquerosa. Me dan igual tus atributos
femeninos y tus mierdas; siempre elegiré mis “tontos juegos”, esos “dibujitos”
que veo y, por supuesto, a Kris. Por muy plana que esté, la prefiero a ella.
Laeti nos miró con asco a Armin y a mí y se marchó.
-No estoy tan plana, ¿sabes?
-¿Ah no?
-No- le respondí mientras le enseñaba la foto del cosplay de Yoko.
-¿Eres tú?
-Sí, el fin de semana pasado en el evento. El evento al que no quisiste
ir.
-No es que no quisiera, es que no podía.
-Claro, ahora nunca puedes quedar conmigo.
-Puedo explicártelo.
-Pues adelante, estoy deseando oír algo que no sean excusas baratas.
-Está bien, cierra los ojos.
Lo miré con desconfianza, pero al final lo hice. Sentí cómo Armin tocaba
mi cuello y mi pelo. Finalmente me dijo que abriera los ojos, pero no podía
creerme lo que estaba viendo. Había un collar de oro rodeando mi cuello. Era
realmente precioso. Tenía una cadena muy fina y una piedra roja en forma de
corazón.
-Dios mío…
-Llevo todas estas semanas trabajando por las tardes para compártelo.
-¿Por qué?
-Alexy me dijo que lo habíais visto un día y que te había encantado.
-Cielos Armin, muchísimas gracias. ¿Cómo podré agradecértelo?
-Se me ocurre una forma.
Se acercó mucho a mí. Nuestros labios casi se tocaban. Sentía su cálido
aliento chocando contra el mío y avanzando hasta mi rostro, hasta mis labios.
Pero, de pronto, comencé a escuchar un extraño sonido bastante molesto. Empecé
a marearme y a ver borroso. Dejé de sentir a Armin, dejé de sentir todo lo que
antes percibía perfectamente. Cerré los ojos con fuerza y los abrí al instante,
pero me encontraba en un lugar completamente diferente. Estaba en mi
habitación, y parecía que me había quedado dormida encima de mi escritorio. El
ruido molesto, sin embargo, seguía sonando; busqué su procedencia y vi que era
mi móvil. Lo cogí y respondí.
-¿Sí?- pregunté medio dormida.
-¡Kris!
-¿Qué quieres Rosa?
-¡¿Cómo que qué quiero?! ¡Son casi las cinco y media! ¡¿Dónde leches
estás?!
-¿De qué hablas? Estoy en mi casa, ¿por qué?
-¡La quedada Kris! ¡La quedada de las cinco!
-¡Oh no!- eso fue justo lo que necesité para despertarme- Me quedé
dormida, lo siento muchísimo Rosa. Ahora mismo salgo para allí.
-¡Ya te vale! ¡No tardes!
Colgué el teléfono y salí corriendo de casa. Lo había soñado todo. Corrí
hasta la parada del autobús y logré subirme justo antes de que se fuera. Me
senté en el primer sitio que encontré y entonces me di cuenta de que se me
había olvidado la chaqueta en casa…