miércoles, 8 de octubre de 2014

AMOR INMORTAL. CAPÍTULO 1 (continuación one-shot Hyoga x Ikki)

Nota: sé que en la trama original Shun tenía 13 años, pero tras haber organizado la historia completa me di cuenta de que sería demasiado pequeño, y eso es algo que no pensé cuando escribí el one-shot; así que en este fanfic, Shun tiene 15 años, aunque solo hallan pasado cuatro meses desde la batalla contra Hades.

CAPÍTULO 1. EL REENCUENTRO

Abrí rápidamente el sobre y saqué la carta para leerla.

Shun,
ha sido cuatro meses el tiempo que he tardado en recuperarme del todo del ataque de Athena y en reconstruir la inmensa mayoría de mi reino, pero sé que si no me hubieses protegido con tu cálido cosmos, yo yacería muerto... robé tu cuerpo, me apoderé de él cruelmente para destruir a los humanos. Mas créeme cuando digo que no volveré a intentarlo, el hecho de que exista un humano como tú, capaz de perdonar a todo el mundo y de dar la vida aunque sea solo por una persona, hace que me arrepienta de mis actos y vea una tenue luz de esperanza en la humanidad.
Por todo esto, Shun, quiero pedirte perdón y darte las gracias. Aunque, si no es molestia, me gustaría poder decírtelo en persona. Te estaré esperando en el cerezo al lado del río a media noche, espero que decidas venir.
Yours ever,
Hades.

Al terminar de leer la carta rompí en llanto. Había logrado salvar a Hades con mi cosmos, jamás me había sentido tan feliz. Durante estos meses había sufrido tanto al no saber si vivía o no... necesitaba verlo en ese instante, no podía esperar hasta la media noche. Releí la carta una y otra vez hasta que me quedé sin lágrimas para derramar. Desconociendo el tiempo que había pasado, dejé la carta sobre la mesa y me senté en el marco de la ventana con la rosa entre mis manos. La olí. Olía a él. Olía a Hades. El aroma que tanto había añorado. El aroma que creía perdido. El aroma del ser al que amaba.
-Hades...- dije en un susurro- te amo tanto... gracias por no morir...
Y, sin darme cuenta, me quedé dormido.
Me desperté, era de noche. Miré el reloj, eran las 23:50. Mierda. Tardaría al menos veinte minutos en llegar al cerezo, así que no había tiempo que perder. Salí corriendo de la mansión y corrí más rápido que nunca por las solitarias calles con el corazón latiéndome a mil por hora, no sé si por la velocidad que llevaba o porque iba a ver a Hades de nuevo. Llevaba diez minutos corriendo cuando el cuerpo empezó a rogarme que me detuviera, pero yo ya podía ver el cerezo junto al río y aumenté la velocidad. En poco tiempo ya estaba allí... y él también, apoyado en el árbol con los ojos cerrados. Me detuve. Puse mis manos en mi pecho. Recuperé el aliento.
-Hades...- el dios me miró sonriendo y se acercó a mi. Cuando estaba a menos de un metro de distancia, salté a sus brazos rompiendo en llanto- ¡tenía tanto miedo! ¡Pensaba que no volvería a verte!
-Shun...- suspiró abrazándome fuertemente- muchísimas gracias, yo...
No le dejé acabar. Le besé. Simplemente lo hice. Lo necesitaba. Quería sentir esos labios juntos a los míos. Al principio se sorprendió, pero rápidamente me correspondió el beso y, madre mía... como besaba... sería el dios del Inframundo, pero con ese simple beso me hacía sentir en el cielo. Cuando nos separamos por falta de aire, nos miramos y nos abrazamos con más fuerza si es que era posible.
-Shun...- dijo Hades rompiendo el silencio- te amo...
-Y yo a ti, Hades...- dije hundiendo mi cabeza en su cuello- temía que mi cosmos no te hubiese logrado proteger.
-Oh Shun... mi querido Shun... tu recuerdo ha sido lo que me ha ayudado a seguir adelante, la esperanza de volver a ver tu sonrisa hizo que me recuperara en poco tiempo.
-Hombre, cuatro meses no es poco tiempo precisamente...
-Lo sé, pero Athena es poderosa. El ataque que me lanzó tenía mucho poder.
-Bueno, lo importante es que estás bien.
-Lo mismo digo, pequeño.
Cortamos el abrazo y nos miramos a los ojos.
-¿Tenías que citarme a media noche? ¿No podía haber sido antes?
-Así es más romántico, ¿no crees? Mira- dijo señalando el cielo- las estrellas brillan más que nunca y la luna llena ilumina esta oscura noche, hasta se puede ver el conejo lunar perfectamente.
-Si no lo decías reventabas, ¿no?- pregunté con una sonrisa.
-Exacto- dijo riendo- ven, sentémonos.
Hades se sentó apoyando la espalda en el cerezo y yo me acomodé entre sus piernas apoyando mi espalda en su pecho.
-Eres cómodo y calentito.
Rodeó mi cintura con sus brazos y me dio un beso en la cabeza.
-Me vuelves loco- dijo mientras comenzaba a besar mi cuello.
Yo solo me dejaba hacer mientras acariciaba su cara con una de mis manos. Me estaba volviendo loco. Debía mantener la calma pero... empezó a acariciarme. A la mierda todo.
-Hades... vamos a la mansión Kido... quiero que... que me hagas tuyo...
-¿Seguro?- dijo parando con las caricias- los demás...
-Saori está en España con Seiya y Shiryu sigue en China. Allí solo están Hyoga y mi hermano, pero llevan todo el día haciendo el amor, estarán tan dormidos que no se despertarán por mucho que gritemos.
-Me has convencido, pero no pienso parar por mucho que me ruegues. Quedas avisado.
-Tranquilo, no pienso pedirte que pares.
Hades soltó una risilla y me dio un beso en la mejilla.
-Eso ya lo veremos, pequeño.
-Pues yo tengo ganas de averiguarlo ya, ¿y tú?
Hades se levantó sin soltarme, lo que provocó que me quedara colgando, y luego me cargó al hombro como si fuera un saco de patatas.
-¿Qué haces?- pregunté sorprendido.
-Secuestrarte.
-Si vamos a mi casa no es secuestro.
-Me da igual- dijo riendo.
-Anda, usa uno de tus poderes de dios y llévanos a mi habitación- dije riendo con él.
Y, en un abrir y cerrar de ojos, pasamos de estar al lado del cerezo a estar entre las paredes de mi cuarto. Hades me bajó y nos quedamos mirando.
-¿Seguro que no nos oirán?
-¿En serio es lo primero que se te ocurre preguntarme?
-Era para asegurarme de que no te van a escuchar gemir mi nombre.
-Ya veremos quién hace gemir a quién.
-¿Me estás retando?
Le miré con una sonrisa pícara y me colgué de su cuello.
-Hazme tuyo y gemiré tu nombre cada noche- le susurré al oído.
-Acabas de cavar tu tumba, porque como que me llamo Hades que tú hoy gimes mi nombre.
-Tómame, necesito sentirte dentro de mi.
-No me lo digas dos veces- dijo Hades tirándome con fuerza a la cama y posicionándose encima de mi- esta noche vas a sentir algo que nunca antes has sentido.
Empezó a acariciarme mientras me quitaba la camiseta y, una vez conseguido su objetivo, la tiró al suelo y siguió con sus caricias mientras empezaba a besarme el cuello. Poco a poco fue bajando sus besos; pasó por mis pezones, a los que besó y mordió, y lentamente llegó hasta mis pantalones, los cogió con sus manos y me los fue bajando muy lentamente dejando un rastro de besos a su paso. Cuando me quitó los pantalones, comenzó a desabotonarse la camisa y luego la tiró sin importarle dónde acabara. Después empezó a quitarse los pantalones de una manera muy sensual a mi parecer, cuando se encontró sin ellos volvió a la cama y me quitó la ropa interior con los dientes.
¡Con los dientes! ¡A la mierda todo!
Cuando me encontré desnudo, me lancé sobre Hades y le quité la ropa interior.
-Vaya, ya tienes ganas, eh- me dijo tumbándome en la cama y acariciándome.
-S-sí... quiero... quiero sentirte ya...- dije yo acariciando su pecho.
-Pues prepárate.
hades me dio a chupar tres de sus dedos y yo, obviamente, lo hice sensualmente para provocarlo. Una vez decidió que ya era suficiente, metió uno de ellos en mi entrada haciendo círculos. Luego fue otro. Y luego el otro. Sin darme cuenta dejé escapar un gemido, que hizo que Hades sonriera y me besara como nunca. Sacó los dedos.
-Creo que ya estás listo.
Levantó mis piernas y poco a poco fue metiendo su miembro en mi entrada. Joder... dolía. Dolía mucho.
¡¿Por qué tenía que ser tan grande?!
Rodeé el cuerpo de Hades con mis piernas sin darme cuenta. Quería más. Aunque doliese tanto era un dolor... agradable... pero aún así las lágrimas caían lentamente de mis ojos, empezaron las estocadas.
¡Madre mía!
Salvajes, es la mejor palabra para describirlas. No sé si gemía o si gritaba, lo único que sé es que nunca, en toda mi vida, me había sentido así. Dolor, amor, deseo, alegría; lo sentía todo a la vez en aquel momento. De pronto sentí un gran placer, demasiado grande para ser real. No pude evitarlo y grité-
-¡Hades!
-¡Shun!
Habíamos gritado a la vez. Habíamos sentido ese placer a la vez. Nos habíamos "liberado" a la vez. Salió de mi con cuidado y se dejó caer junto a mi.
-¿Estás seguro de que no eres el dios del sexo?
-Por esa pregunta deduzco que e ha gustado.
-¿Gustarme? Jamás me había sentido así...
-No sabes cuánto me alegro- y dicho esto, me besó- te quiero.
-Y a ti...
Nos tapamos con las sábanas y Hades me abrazó con fuerza; y yo me dormí entre los brazos de mi amado dios...

Cinderella