domingo, 7 de diciembre de 2014

Caramel. Capítulo 2

CAPÍTULO 2. CARAMEL

Cuando despertó se encontraba en la enfermería del instituto. Se levantó poco a poco hasta quedar sentado en la camilla y vio que estaba sin camisa y que llevaba vendas donde le habían quemado. Permaneció un rato con la mirada perdida hasta que decidió levantarse. Pero antes de que pudiera hacerlo, se abrió la puerta y entró una chica con los cabellos pelirrojos recogidos en una trenza, ojos castaños y gafas.
-Ya despertaste- dijo yendo hacia Haruka- me llamo Erika Matsui, voy a tu misma clase.
-Ho-hola.
-El profesor Nakamura me contó lo sucedido- informó Erika sentándose en el sillón que estaba al lado de la camilla- no te preocupes, los han expulsado.
-Gracias.
-No hay de qué. Pero dime una cosa Miho, ¿por qué no lo dijiste? Si se lo hubieses dicho a algún profesor o a mí, que soy delegada, no habrían llegado a este punto.
-Qué más da...
-No Miho. "Qué más da" no. ¿Qué otras agresiones has sufrido?
-No preguntes lo que ya sabes.
Erika bajó la mirada.
-Insultos. Sé que te insultaban y te siguen insultando por tus preferencias sexuales... pero no sabía que también te agredían físicamente- Haruka dejó de mirarla- ¿cuándo empezaron? ¿Cuándo empezaron a pegarte? ¡A torturarte!
-No lo sé.
-¿Cómo puedes decir que no lo sabes? ¡Estoy intentando ayudarte!
-¡No puedes ayudarme!
-Mi-Miho...
-No me llames Miho.
-Pe-pero...
-No lo hagas- Erika dio media vuelta para marcharse, pero Haruka la llamó antes de que se fuese- Matsui... podrías... ¿podrías decirme qué hora es?
-Las dos. En 20 minutos se acabarán las clases, pero eso ya lo sabías- respondió ella para luego irse cerrando la puerta tras de sí.
Haruka se tumbó de nuevo en la camilla y dejó escapar un suspiro.
-Siempre acabo fastidiándola... si es que no estoy hecho para tener amigos...- dirigió su mirada a la ventana- ¿sigues riéndote de mí, cielo?
Durante los 20 minutos siguientes, se quedó mirando por la ventana desde la camilla. Cuando el timbre finalmente sonó, se levantó y se puso la camisa y la chaqueta para luego ir a recoger sus cosas de la clase. Al llegar allí vio que sus cosas estaban ya guardadas, así que lo único que hizo fue coger su mochila y volver a casa. El camino a casa lo hizo con la mirada perdida, como de costumbre, y tarareando una cancioncilla que su madre le cantaba cuando era pequeño. Al llegar a casa comprobó que, como solía pasar los viernes, no había nadie en casa. Dejó la mochila en su cuarto y se dirigió a la cocina para comer un ramen instantáneo. Cuando lo acabó, tiró el envase y se dio una ducha rápida. Al salir de la ducha comenzó a prepararse para trabajar.
-Te toca, Caramel- dijo mirándose al espejo.
Se quitó la ropa y se vistió con un vestido rosa sin tirantes, volantes rosa pálido y un gran lazo fucsia en la cintura. Tapó las zonas de las quemaduras con lazos rosas, se puso unos guantes rosas con lazos rosa pálido, unos calcetines por encima de las rodillas color rosa pálido y unos zapatos fucsias. Se acercó al espejo, se recogió el pelo en una coleta baja y se puso una peluca de cabellos negros y lisos que le llegaban hasta algo más arriba de la cintura.
-Bueno, ya está- dijo poniendo una voz un poco más aguda- ahora soy Caramel y debo estar siempre sonriente.
Sonrió y se miró en el espejo con decepción hasta que el timbre sonó y bajó para subir a un Lamborgini negro.
-Hola Midorikawa-san- saludó Haruka a su agente, que estaba en el asiento del copiloto.
-Hola Haruka- saludó girándose a verlo con una sonrisa- veo que no estás de humor, como de costumbre.
-¿Por qué iba a estarlo? Estoy hasta las narices de los ensayos, los conciertos, las entrevistas y todas esas mierdas.
-Venga, no te pongas así. Hoy tienes ensayo y sesión de fotos para el álbum.
-¿Qué álbum?
-El de fotos. Si te lo comenté la semana pasada, ¿no te acuerdas?
-Es obvio que no. ¿Van a ser muchas fotos?
-Unas pocas, lo que de tiempo en tres horas.
-¡¿Tres horas?! ¡Pero si el ensayo ya es hora y media?
-Ya lo sé, pero es que así lo finiquitamos en un día.
-Vale, vale. Como quieras...
Haruka se mantuvo en silencio durante el resto del trayecto mientras que Midorikawa le explicaba los detalles de la sesión de fotos, aunque sabía que Haruka no le prestaba ni la más mínima atención. Al llegar al estudio, Haruka se fue directo a grabar la canción. En poco tiempo la grabó y entonces se dirigió al escenario para practicar para el concierto que tendría próximamente. Al llegar se encontró a una chica de cabellos cortos castaños, ojos marrones y disfraz de gato.
-¡Caramel!- lo llamó la chica yendo hacia él y dándole un abrazo.
-Hola Neko-chan- la saludó Haruka correspondiendo el abrazo- ¿dónde está Mimi-Chan?
-En el vestuario, tenía que cambiarse el vestido.
-Ya veo, ¿tenéis canción nueva?
-¡Sí! ¿Y tú? Tienes que ir preparándote para el concierto.
-Lo sé, lo sé. Acabo de grabar una nueva canción.
-Vaya, eso es genial- dijo una chica que estaba detrás de Haruka.
-¡Mimi-chan!- dijo al reconocer la voz.
Mimi-chan era una chica que tenía una melena corta castaña, un traje como el de Neko-chan y un detalle que la hacía aún más encantadora de lo que ya era, tenía un ojos marrón y otro amarillo.
-Me encantaría oír esa canción- dijo Mimi-chan yendo con Haruka y Neko-chan.
-Creo que lo justo es que cantemos la nuestra primero, ¿no crees?
-Tienes razón- dijo Mimi-chan subiendo al escenario seguida por su compañera- ¡escucha nuestra nueva canción!

 
-¡Es increíble!- les dijo Haruka cuando bajaron del escenario- pero mi canción no se queda tras- sube al escenario.


-¿Y bien?
-Es fantástica...- dijo Neko-chan.
-¿Fantástica? ¡Es asombrosa! No, ¡perfecta!
-¿Perfecta? Ya me gustaría.
-Pero si lo es, en serio- dijo Mimi-chan- nunca antes habías puesto tanto sentimiento cantando.
-¿Tú crees?
-Claro que sí.
-¡Caramel!- lo llamó su agente.
-¿Qué pasa Midorikawa-san?
-Tenemos que irnos al estudio fotográfico ya.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Eso es una sorpresa.
-No me gustan las sorpresas.
-Lo sé, lo sé- le dijo su agente tirando de él- pero esta será agradable.
Midorikawa lo sacó del estudio musical y lo llevó al coche rápidamente. No hablaron en todo el trayecto. Haruka sabía que Midorikawa no iba a responder sus preguntas sobre la "sorpresa". Al fin llegaron al estudio fotográfico y, de nuevo, Haruka fue arrastrado hacia el interior. No se pararon hasta quedar frente a una mujer pelirroja de ojos verdes y vestida de una forma muy elegante.
-Me alegra que hayan podido venir- les dijo la mujer.
-Usted tranquila, más nos alegramos nosotros de esta oportunidad.
-No lo dudo. Hola Caramel, soy Kirino Matsui. Un placer conocerte.
-Eh... igualmente.
-Supongo que estarás algo confusa, ¿no?
-Pues sí... un poco.
-Verás, soy la agente de Kyte Tsubaku.
-¿De Kyte Tsubaku? ¿El actor y modelo?
-Sí, veo que lo conoces.
-¿Conocerlo? Soy súper fan.
-Ya veo, entonces te gustará saber que actuarás con él en su próxima serie, "La Petite Princesse".
-¿Esa no es la famosa novela de amor? ¿Entonces es cierto el rumor de que Kyte Tsubaku hará de Akise Hinaru?
-Correcto y, si tú estás de acuerdo, harás de Sakura Nishizono.
-¡Por supuesto que sí!
-No sabes cuánto me alegro de oír eso. Ven, te presentaré a Kyte.
Kirino llevó a Haruka y a Midorikawa hasta una sala donde había un chico de despeinados cabellos azules y ojos negros. Vestía una camiseta de tirantes negra y, sobre esta, una camiseta de manga corta beige con la manga izquierda caída. Llevaba unos pantalones vaqueros rotos, unas tenis negras y una cruz colgada al cuello.
-Hola- saludó el chico- me llamo Kyte Tsubaku, un placer.
-Ho-hola, y-yo soy Ca-Caramel.
-¿Estás nerviosa? Qué mona- rió Kyte.
-Bueno, parece que habéis hecho buenas migas- dijo Kirino.
-En ese caso- dijo Midorikawa- Kirino-san y yo nos vamos a negociar las bases del contrato con el director.
Ambos agentes se marcharon y dejaron solos a los dos chicos.
-Así que tú eres la famosa Caramel... qué patética...
-¿Perdona?
-Odio a las niñatas que, por cantar bien cuatro canciones, se creen las reinas del mundo.
-Tú no sabes nada. Cada idol tiene un motivo para serlo.
-Claro, la fama y el dinero.
-No es cierto. Hay algunas que lo hacen por eso, pero hay muchas otras que no.
-¿Me tengo que fiar de la palabra de una idol?
-¿Por qué no te gustan las idols?
-Porque no son más que unas niñatas inmaduras y malcriadas.
-¿Y tú que eres entonces? Porque estás demostrando una inmadurez y una soberbia más grandes que tú.
-Puede. Pero es que yo puedo.
-No puedes.
-Claro que sí.
-Claro que no.
-Niñata.
-Niñato.
-Inmadura.
-Infantil.
-Estúpida.
-Malcriado.
Estuvieron así hasta que sus agentes entraron y los separaron. Haruka fue a hacer la sesión de fotos con Midorikawa y Kyte volvió a su casa con Kirino. En la sesión de fotos, Haruka tuvo que vestirse con multitud de trajes distintos (colegiala, gatita, conejita, angelita, princesa, hada...) y en multitud de poses diferentes (chica buena, chica mala, chica rebelde, chica tímida, sorpresa, enfado, alegría, tristeza...)
-Midorikawa-san- lo llamó Haruka cuando la sesión de fotos terminó- no pienso volver a hacer una cosa como esta.
-¿Por qué? Si has salido genial en todas las fotos.
-Me han hecho poner poses muy ridículas vistiendo trajes muy ridículos...
-¿Ridículos? Pero si te favorecían mucho.
-Para nada.
-Venga, no seas así. La próxima vez te prometo que no tendrás que ponerte un bañador.
-Sí... eso fue... humillante...
-A ver, tanto como humillante... no te quedaba nada mal.
-Sí claro- dijo con sarcasmo- anda, llévame a casa de una vez.
Haruka montó en el Lamborgini y pasó todo el viaje callado, mirando por la ventana. Cuando llegó a casa, bajó del coche y subió. Los viernes por la tarde-noche nunca había nadie en casa. Su padre y sus hermanos desaparecían al mediodía y no regresaban hasta el domingo por la noche o, en casos más extremos, hasta el lunes por la tarde. Entró en la casa y rápidamente fue a su cuarto para darse otra ducha. Se quitó la ropa y la peluca sin importarle mucho dónde cayesen y se metió en la ducha. Abrió el chorro del agua caliente y cerró los ojos.
-Al fin en casa... solo... me encantan los fines de semana...- se tocó las quemaduras que le habían hecho en el instituto- malditos imbéciles... joder... aún duelen...
Haruka se enjabonó despacio y con cuidado por las partes que tenía doloridas. Tras aclararse, salió de la ducha y se tapó con una toalla. Antes de salir del baño, se miró en el espejo. Tenía la zona de la tripa llena de moratones y uno de sus ojos presentaba un tono morado, aunque apenas podía verse. Sacó el botiquín de un pequeño armarito y cogió la crema para los moratones. Lentamente, se fue echando la crema por las zonas amoratadas. Cada vez que pasaba los dedos por una de ellas, un dolor intenso recorría su cuerpo. Cuando terminó, repitió la operación con la crema para las quemaduras. Al acabar, lo dejó todo en su sitio y salió del baño. Se puso su pijama verde esmeralda y se tumbó en la cama.
-¿Por qué? ¿Por qué Kyte fue tan cruel? ¿Acaso es esa su verdadera personalidad? ¿Cómo he podido enamorarme de alguien como él? ¿Y por qué me hicieron poner un bañador de chica para la sesión de fotos? Y encima Midorikawa-san dijo que me favorecía... ¿por qué tengo que tener cuerpo de chica si soy un chico? ¿Por qué? Yo ya... ya... ya no entiendo nada- Haruka se levantó, abrió la ventana y se apoyó en el marco de esta- mamá... estoy siendo fuerte como me dijiste que fuera pero... ya han pasado dos años... ¿dónde estás? ¿Te has olvidado de mí acaso?


Mientras cantaba, las lágrimas corrían por sus mejillas con rapidez. Cuando terminó de cantar, se desplomó en el suelo. Con dificultad logró llegar a la cama de nuevo y se quedó profundamente dormido.
Despertó más tarde de lo habitual, pero al ser sábado no le importó. Se levantó y se dio una larga y relajante ducha. Al salir de esta, se vistió con unos pantalones cortos azules y una camiseta de manga larga amarilla con las mangas azules. Paseó por toda la casa para comprobar que no hubiese nadie en la casa y, efectivamente, estaba solo. Como ocurría siempre los fines de semana. Esbozó una pequeña sonrisa y se fue a la cocina. Abrió la nevera y cogió un pequeño zumo, como los que toman los niños pequeños, para luego irse al salón a ver la televisión.
Y así pasó todo el fin de semana. Así pasaba todos los fines de semana. Ajeno al mundo que le rodeaba. Sin alegría. Sin tristeza. Sin sentimiento alguno en su pecho. Como si el mundo de fuera no estuviese hecho para él. Como si fuera un visitante de otro planeta. Como si la historia no fuera con él.
Y, finalmente, llegó el lunes por la mañana. Haruka hizo lo mismo de siempre al levantarse; se puso el uniforme, desayunó y salió de casa. Durante su trayecto al instituto, escuchó a chicas de su edad hablando de Caramel para no variar; pero también oyó decir a un par de chicos bastante mayores cuánto les gustaría follarse a Caramel. ¡Qué asco! Esos dos no eran para nada su tipo. A él le gustaban más... apuestos y dulces. Para nada le atraían los ignorantes y malhablados simios que tenía tan cerca y que, lamentablemente, tanto abundaban.
Antes de que se diera cuenta, había llegado al instituto. Como de costumbre, soportó insultos por parte de sus compañeros hasta que llegó a su clase y se sentó en su alejado sitio. No pasó mucho tiempo hasta que el profesor de turno llegó con el nuevo alumno. Lo cierto es que no le importaba mucho cómo fuera o dejase de ser, pero curiosamente acabo mirándolo. No lo podía creer. El nuevo alumno era...
-Kyte Tsubaku...

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