jueves, 2 de abril de 2015

Caramel. Capítulo 3

Nota: Yahoo. Sé que llevo mucho tiempo sin actualizar, pero es que marzo ha sido terrible para mí entre los exámenes, los trabajos, una beca que mis padres se empeñaron en que intentara conseguir y el viaje a París, del que he vuelto hace unos días. En fin. como no os interesa mi vida (o sí, quién sabe) os dejo el capítulo 3, que espero que os guste porque a mí me encanta, no sin antes prometeros que no volverá a pasar. Disfrutad el capítulo y mil perdones.

CAPÍTULO 3. NO TE ACERQUES

-¡Hola! Me llamo Kyte Tsubaku, un placer. No estoy acostumbrado a esto de ir a clase, así que espero que me ayudéis.
-Claro que sí, Tsubaku-san- dijo una chica.
-Por supuesto- la secundó otra- ¿cómo no íbamos a ayudar a un chico tan guapo y amable?
¿Amable? ¿En serio? Haruka sentía nauseas en ese momento.
-Bueno Tsubaku-kun, es hora de que te asignemos un sitio.
-¡Siéntate conmigo Tsubaku-san!- le pidió la primera chica que habló antes.
-¡Oye!- replicó su compañera- ¿y yo qué?
-Tú te vas.
-Cálmate Onodera-kun, Tsubaku-kun no te quitará el sitio. Y ya hablaremos en el recreo, Marumoto-kun.
-Pero profesor- replicó Marumoto- el único sitio libre es el que está junto a Miho.
-¿Algún problema?
-Bueno, es que... es un gay rarito...- contestó entre susurros.
-¿Y qué más da si a Miho-kun le gustan los hombres? A ti también te gustan, ¿me equivoco?
-Sí, pero es distinto. Yo soy mujer, es normal que me gusten. Pero él, en cambio, es un hombre y no le pueden gustar los hombres. ¡Es anormal!
-No, no lo es- le dijo tajante el profesor- ahora, sal de clase, por favor. Ya hablaré contigo más tarde.
Marumoto salió del aula y un silencio incómodo se apoderó de la clase.
-Pro-profesor, siento el comportamiento de Maru-chan. Es solo que estaba nerviosa, pero ella no es así.
-No intentes disculparla, Onodera-kun. Tsubaku-kun, siéntate por favor. Y lamento el espectáculo.
-Tranquilo profesor- dijo Kyte yendo a su asiento y sentándose- hola- saludó a Haruka al sentarse, pero este solo apartó la mirada molesto.
-En fin, empecemos la clase de una vez. ¿Por dónde íbamos? Ah sí, el Past Perfect...
El profesor comenzó a dar clase, pero Haruka no le hacía ningún caso, como de costumbre. Solo quería relajarse mirando por la ventana, pero su nuevo y odioso compañero se lo impidió.
-Hey, ¿cómo te llamas?
-No te importa.
-Si no me importase no te lo preguntaría, ¿no crees?
Haruka calló un momento al oír su respuesta.
-Haruka Miho.
-Yo soy Kyte Tsubaku, encantado. ¿Es habitual que te insulten así a la cara solo porque te gustan los chicos?
-Sí, y a mi no me gustan los chicos. Me gustan los hombres.
-Vaya, con que te gustan los mayores, eh.
-Sí, ¿algún problema?
-Para nada, respeto tus gustos.
-Pues eres el único.
-¿En serio? No entiendo por qué.
-Porque soy anormal.
-No lo eres.
-Sí lo soy.
-¿Pero por qué dices eso? Que te gusten los hombres no te hace anormal.
-Tú no sabes nada... cállate.
-¿Te he ofendido? L-lo siento.
¿Qué lo sentía? Este no era el mismo sujeto que había conocido el viernes. El Kyte Tsubaku que conoció ese día era un imbécil odioso, pero este... este era un encanto de persona. ¿Cuál sería el verdadero?
-No pasa nada, me ofenden a menudo.
-Pues yo me disculparé cada vez que lo haga, Miho.
-N-no me llames Miho.
-¿Por?
-No me gusta.
-Pues... Haru.
-¿Haru?
-Es el diminutivo de Haruka, ¿no? Tú puedes llamarme Kyte, si quieres.
-Como quieras.
La clase pasó sin que los chicos hablaran mucho más. A la hora siguiente, Haruka se puso a escribir en su cuaderno una canción, se sentía inspirado. Mientras lo hacía, Kyte se asomó a ver lo que mantenía tan concentrado al rubio.
-No dejes que mi amor se torne trágico como el de Julieta. Llévame lejos de aquí, eso es lo que siento.
-¿Q-qué haces?- preguntó Haruka avergonzado tapando la canción.
-¿Es la letra de una canción? Es muy buena, ¿de quién es?
-Es mía.
-¿Tuya? Como mola.
-¿L-lo dices en serio?
-Sí, pero con una voz masculina quedaría algo rara, ¿no crees?
-B-bueno, tú no sabes quién la va a cantar, así que no opines.
-¿No la cantarás tú? ¿Lo haces mal acaso?
-No exactamente, yo canto bien pero...
-Pero eres un chico.
-Sí, algo así...
-¿Cómo que "algo así"? Eres un chico.
-Ya lo sé...
-No pareces muy convencido.
-¿Cómo no voy a estarlo? idiota.
-Vale, soy idiota si quieres- dijo Kyte riendo.
-N-no te rías de mí.
-No me río de ti. Dime, ¿cantarías esa canción para mí algún día?
-¿Q-qué? Cla-claro que no.
-¿Eh? ¿Por qué? Te pagaré si quieres, pero me gustaría mucho escucharte cantar esa canción. Es realmente bonita.
-¿E-en serio?
-Pu-pues no...
-¿Qué tal si la llamas "Romeo & Cinderella"?
-¿Por qué ese nombre?
-Bueno, hablas de Julieta, así que supuse que el destinatario es Romeo. Y luego lo haces aquí de Cenicienta o Cinderella- dijo señalando la parte de la canción a la que se refería- me pareció bastante apropiado, ¿te gusta?
-S-sí... eres bueno eligiendo títulos, a mi se me da fatal... siempre lo hacen por mí.
-Bueno, pues como yo te he dado un nombre tan fantástico, deberás cantarla para mí. ¿De acuerdo?
-Claro, dentro de mil años.
-Vale, entonces dentro de mil años... ¡oye!
-Yo solo canto para mí- dijo Haruka levantándose- y ahora, si no te has dado cuenta, tenemos gimnasia.
-E-espérame- le pidió el peliazul mientras se levantaba con torpeza y le seguía.
-No tengo intenciones de hacerlo.
Kyte se paró. ¿Qué diablos le pasaba a ese chico?
-Pero bueno, ¿por qué es tan arisco?
-Tsubaku-san, ¿quieres que te indique dónde están el gimnasio y los vestuarios?
-¿eh? Sí, por favor.
-Sígueme entonces. Por cierto, me llamo Erika Matsui.
-¿Matsui?
-Sí, ¿sucede algo?
-No, tranquila. Y bueno, ¿me vas a llevar a donde me tenías que llevar?- preguntó el chico con una gran sonrisa.
-Por supuesto- respondió la pelirroja entre risas.
-Oye Matsui- la llamó Kyte una vez comenzaron a caminar- ¿por qué todos tratan así a Haru?
-¿Haru? ¿Te refieres a Miho? Si me preguntas, se lo tiene merecido.
-¿Por qué dices eso?
-No habla con los demás si no es absolutamente necesario y cuando alguien intenta hacerse amigo suyo, lo trata como basura.
-¿Y no crees que eso es por el trato que recibe?
-No lo sé, está claro que eso le ha influido, pero es así desde que lo conozco. Lamentablemente, no iba a la misma secundaria que él, así que no sé si le ocurrió algo que lo volviese así.
-¿Sabes de alguien que fuera a su misma secundaria y que se llevase bien con él?
-Pues... una chica de otra clase, es un poco rara.
-Da igual, ¿cómo se llama?
-No lo recuerdo, lo siento. Pero le preguntaré al resto de chicas si se acuerdan ellas de su nombre.
-Muchas gracias, Matsui.
-¿Puedo saber por qué tienes tanto interés en Miho?
-Um... supongo que... me gusta la gente misteriosa, me resulta más... interesante.
-¿Entonces lo que quieres es saber más cosas de él para hacerte su amigo?
-Algo así.
-Te deseo suerte. Bueno, los vestuarios de las chicas están a la izquierda y los de los chicos a la derecha, así que aquí termina el trayecto.
-Gracias por el viaje, Matsui- le dijo Kyte entre risas.
-No hay de qué, cuando quieras te doy otra vuelta- rió Erika entrando en los vestuarios femeninos.
Kyte entró al vestuario masculino nada más escuchar el sonido de la puerta cerrarse a su izquierda. Al entrar, vio a Haruka sin camiseta siendo burreado por los demás chicos, que ya estaban preparados para la clase. El chico se acercó a ellos y, mientras la camiseta se encontraba volando por los aires, la atrapó y se la devolvió al rubio.
-No deberíais tratarlo así. Que yo sepa, él no ha hecho nada para ello.
-¿Y si ha hecho algo que nos ha molestado?
-Sigue sin ser razón para ser tratado de esta forma. Y ahora, si estáis listos para gimnasia, largaos.
Todos los chicos le echaron a Kyte una mirada de odio y salieron de los vestuarios.
-No hacía falta que me ayudaras, podía arreglármelas solo.
-Sí claro- le dijo Kyte con sarcasmo mientras lo miraba de reojo- qué... ¿qué son todas esas marcas?
-¿M-me estabas mirando el pecho? ¡Eres un pervertido!- le gritó Haruka poniéndose la camiseta.
-¡N-no soy ningún pervertido!
-¡Sí que lo eres!
-¡No lo soy! Y ahora- dijo el peliazul agarrando al pequeño rubio de un brazo y levantándolo- dime qué diablos son esas marcas.
-S-suéltame.
-No lo haré hasta que me digas que son esas marcas- insistió Kyte haciendo chocar con brusquedad la espalda de Haruka con la pared- ¡ya!
-N-no.
-Que me lo digas, joder.
-N-no pienso decirte nada... porque no es asunto tuyo.
-Me da igual que no sea asunto mío, no quiero que te hagan daño.
-D-déjame en paz...
-Que me lo digas- le pidió, o más bien ordenó, Kyte apretando con más fuerza aún el brazo que agarraba.
-N-no...-le respondió Haruka una vez más mordiéndose el labio inferior- p-para p-por favor... m-me d-duele... me estás... haciendo d-daño...
Al oír estas palabras, el joven modelo soltó rápidamente al chico, que se desplomó en el suelo llorando.
-¿P-pero qué he hecho? L-lo siento Haru, yo no...- mientras hablaba, Kyte se acercaba a Haruka para tocarlo, pero este le apartó la mano velozmente.
-¡No me toques! ¡Eres como todos!
-N-no, Haru yo no quería...
-¡Cállate! ¡Eres un mentiroso!
-No te miento, de verdad que no sé por qué he actuado así.
-¡Que no hables! Así no mientes...
-Por favor Haru, escúchame...
-¿Escuchar el qué? ¿Qué no era tu intención? ¿Qué no eras tú? ¿Qué no volverá a pasar? Como si fuera tan tonto como para tragarme eso de nuevo- dijo el pequeño rubito levantándose del suelo y yendo hacia la puerta- la clase no tardará en empezar, no tardes- sentenció justo antes de salir por la puerta.
-¿Qué acaba de pasar?
Confundido por la reacción del chico, Kyte se quedó unos instantes intentando comprender lo sucedido pero, al no lograrlo del todo, decidió cambiarse de una vez y ponerse el uniforme de gimnasia. El uniforme, por así llamarlo, estaba formado por una camiseta blanca de manga corta, unos pantalones cortos azul oscuro y unas deportivas blancas y azules. Cuando se lo puso, se dio cuenta de que su uniforme era un poco distinto al de Haruka. Él llevaba los pantalones más cortos, como si fueran de chica, y la camiseta algo ajustada. Realmente se preguntaba por qué pasaba esto y también qué diablos le sucedía a ese pobre chico que parecía jamás haber sonreído. Al salir del vestuario y llegar al gimnasio, todas las chicas lo rodearon rápidamente.
-Tsubaku-san, que bien te queda el uniforme.
-Tsubaku san, que guapo estás.
-¿Cómo me queda el uniforme, Tsubaku-san?
-Chi-chicas, por favor. Recordad que tenemos clase.
-No- dijo una- el profesor no ha venido, pero nadie nos lo había dicho. Pero podemos quedarnos en el gimnasio si queremos hacer deporte libre. ¿Te gustaría jugar al tenis conmigo?
-¿Qué? No, Tsubaku-san jugará conmigo al baloncesto.
-Dejad de flipar, él prefiere saltar a la comba conmigo.
-Lo siento chicas, pero no me apetece nada hacer deporte ahora mismo.
-Oh, vaya... pero entonces te quedarás con nosotras aquí, ¿no? Todos los chicos van a bajar a echar un mini partido de fútbol.
-¿Todos?
-Bueno, menos tú y el rarito.
-¿El rarito?
-Sí, Miho.
-Chicas- las llamó a todas Erika- ¿por qué no preparamos una especie de coreografía juntas para sorprender a Tsubaku-san con nuestro talento?
-¡Sí! Es una idea genial, Erika.
-Desde luego. Tsubaku-san, sal del gimnasio hasta que terminemos, por favor.
-Oh, claro- dijo el chico saliendo del lugar y cerrando las puertas tras de sí.
¿Qué podía hacer ahora? Sin ser capaz de decidir algo activo, optó por tumbarse en el suelo a escuchar música. Y así lo hizo, se puso sus cascos y se echó en las frías baldosas que pisaba. A saber cuánto tiempo estuvo así, perdiéndose en las canciones que sonaban en su reproductor de música. Canciones de todo tipo, desde rock hasta rap pasando por pop. No es que le agradara especialmente este último, pero a su hermana le encantaba y él lo escuchaba por ella. No pudo evitar sonreír al acordarse de su querida Saki. Cuando volviese a casa le contaría todo lo que había sucedido esa mañana. Y, por supuesto, le hablaría de Haruka. Se preguntaba dónde estaría, tenía... muchas ganas de verle...
El tiempo siguió pasando y el timbre sonó. Las chicas nunca lo llamaron. Bueno, así mejor, no tenía ninguna gana de presenciar la coreografía de esas chicas. No es que le desagradaran pero... parecían esconder algo, y eso no le gustaba nada.
Se levantó y se fue a los vestuarios. Tardó su tiempo en cambiarse, quería esperar a cierta persona. Pero él nunca llegó. Eso empezaba a preocuparle, así que decidió salir a buscar a Erika para preguntarle si sabía algo de su paradero. Por suerte para él, la chica salía del vestuario en ese instante.
-Hey, Matsui.
-Oh, hola Tsubaku-san. Lo siento, ninguna de las chicas sabe el nombre de la amiga de Miho, pero lo que sí saben es que va a la clase C y que tiene el pelo morado y rosa.
-Vaya, muchas gracias. Oye, ¿no sabrás dónde está Haru?
-¿Miho? Se fue a casa, creo que se encontraba mal.
-Ah, gracias por la información. Hasta luego- Kyte se despidió de la chica, que se marchó al patio- sus cosas aún están en los vestuarios, ¿por qué me ha mentido? Haru, ¿dónde estás?

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